Los personajes de creepy pastas no me pertenecen, por lo que los utilizo sin fines de lucro.
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¿Y por qué no?
Tu día transcurría normal, estabas en tu trabajo de medio tiempo (sin goce de sueldo ¬¬) en la escuela, te encontrabas sola en la pequeña oficina de archivos escolares tras la dirección, traías tus audífonos puestos, pero podías oírlo todo a tu alrededor (que no era mucho): las aves cantando, los automóviles pasar por la carretera, la junta en la sala de profesores (inclusive si estaba a un aula de diferencia), siempre has tenido buenos oídos, pero en ese momento te sentías extraña y aburrida por lo que decidiste subir el volumen de la música hasta no oír nada además de tus pensamientos. Te encontrabas ordenando carpetas de distintos ciclos escolares, mientras pensabas en lo que cocinarías cuando llegaras a tu casa, sin embargo todos esos pensamientos quedaron apartados cuando un par de largos brazos rodearon tu cintura, no tenías novio ni nada por el estilo por lo que de inmediato te asustaste y sentiste un escalofrió recorrer tu espalda; giraste lentamente tu cabeza para ver quién te abrazaba pero solo viste un rostro en blanco, carente de expresiones, es decir… ¿un rostro sin rostro?, quedaste en shock por un segundo, te quitaste los audífonos y estabas apunto de gritar, sin embargo el te dijo con una voz grave y suave dos palabras que te helaron la sangre y al mismo tiempo la hirvieron a mas no poder.
– Te amo –
Después de eso sentiste sus labios contra las tuyos en un profundo beso que te hizo cerrar los ojos y pasar tus brazos por su cuello, parándote de puntitas para que ambos se sintieran mas cómodos, al separarse mantuviste los ojos cerrados y te cubriste la cara con las manos, el acerco su rostro a tu oído y susurro.
– Te protegeré siempre –
De inmediato descubriste tu cara y abriste los ojos pero el ya no estaba, decidiste ignorar lo que había pasado y seguir con tu trabajo, cosa que no te fue muy difícil por qué volviste a colocarte los audífonos y a concentrarte en acomodar las carpetas por alfabéticamente y por fecha. Una hora más tarde llegó Julia (la encargada del archivo) y te dijo que ya era tarde y que podías irte, así que sin pensarlo dos veces tomaste tus cosas y saliste de la escuela, aún traías los audífonos puestos pero el volumen era el mínimo. El sol despuntaba sus últimos rayos y la luna era cada vez más divisible; te gustaba caminar a casa (aun si eran 8 km de distancia), pero esa tarde no te sentías muy bien, por lo que decidiste subir al autobús, todo el viaje fue tranquilo y llegaste con bien a tu casa, en donde no había nadie además de tu pequeño conejo color café, que esperaba con ansias que llenaras su plato de comida y que rellenaras su pequeño tanque de agua. Después de atender al pequeño Cajeto (lo sé, es ridículo, pero no se me ocurrió un mejor nombre n_nu), hiciste comida para ti y para tus padres, quienes llegaron un par de horas después justo cuando te disponías a dormir así que solo los saludaste y te encerraste en tu habitación, pero cuando te cubrías con tus suaves cobijas y recostabas tu cabeza sobre tu mullida almohada recordaste que no habías hecho nada de tarea escolar, por lo que te volviste a levantar , encendiste tu luz, sacaste tus libretas de tu mochila y comenzaste a hacer tus respectivas investigaciones y tareas; cuando estabas a punto de terminar te sentiste extrañamente observada y te percataste de algo que no habías notado en las tres horas que llevabas de hacer tarea, junto a tu ventana había un extraño chico vestido de negro, traía puesta una máscara azul con un par de profundos agujeros en el lugar en el que deberían ir los ojos y de donde brotaba una especie de líquido obscuro, después del shock parpadeaste un par de veces, te levantaste del escritorio y saliste de la habitación, él te siguió mientras bajabas la oscura escalera y entrabas en la aún más obscura cocina, encendiste la luz, colocaste agua en la tetera y la pusiste a calentar, después te sentaste en la mesa para desayunos que estaba ahí y suspiraste, de cierta forma estabas agradecida por que tus padres ya estuviesen dormidos.
– No te ves muy asustada –
Te dijo mientras te observaba, no tenía ojos pero podías sentir como te miraba.
– No lo estoy, solo ando cansada y vine a prepararme algo de café, ¿tú quieres algo? –
Le dijiste en un tono sumamente natural y relajado
– No, a menos que tengas riñones –
Pensaste por unos segundos, te levantaste, fuiste al frigorífico y negaste con la cabeza.
– No, no tengo disponibles –
– ¿Disponibles? –
La tetera comenzó a silbar, la apagaste y te preparaste un café, mientras con toda frescura respondías.
– Si, ya sabes, todos tenemos dos riñones, pero ocupo los míos, así que no te los puedo dar y se acabaron los riñones de pollo –
– ¿Y qué te hace pensar que no te los quitare a la fuerza a ti y a tus padres?
Dijo mientras daba un paso hacia a ti, tu retrocediste y te recargaste en la barra del lava trastes, realmente no estabas asustada por ti, pero tus padres te preocupaban un poco.
– Nada, puedes intentarlo si quieres, realmente me da igual –
Claro que te importaba pero probablemente estabas frente a un asesino y no querías parecer asustada ante él.
– ¿Enserio?, eres la victima más rara que he tenido –
Algo sorprendido se sentó en la mesa de desayunos, tú tomaste tu café y té sentaste frente a él, diste un largo sorbo a tu bebida caliente y lo miraste.
– ¿Entonces me mataras? –
– No, pareces interesante, y creo que me gustaría hablar más contigo, yo siempre aprecio a quienes puedan entablar una conversación culta y seria conmigo –
Suspiraste internamente y agradeciste a Dios porque este individuo no intentase matarte… aún.
– Me parece bien, pero mejor mañana, ya que en este momento me tengo que dormir para ir a la escuela por la mañana –
– Bien mañana será y… te observare mientras duermes –
Frunciste el ceño, te levantaste, dejaste tu taza en el trastero y te dirigiste a apagar la luz de la cocina.
– ¿Tienes idea de lo acosador que eso suena?
– Pero no lo digo con malas intenciones… aún –
–… Sí, claro –
Subiste las oscuras escaleras, entraste a tu habitación y cerraste la puerta con seguro, al igual que la ventana, guardaste tus cosas de la escuela en la mochila y te metiste en tu cama para dormir.
“¿No se suponía que me protegerías?... Hombre sin rostro”
Fue tu último pensamiento antes de caer en los fuertes y sensuales brazos de Morfeo.
¿Fin?
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¿Y por qué no?
Fanfiction¿Y porque no? convertirse en parte de los creepy pastas no suena tan mal... o si?