¿Y por qué no? - Cap.3

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Notitas antes de empezar: //pensamientos//, “Algo resaltante o alguna ironía”

Disclaimer: Ninguno de los personajes de Creepy pasta me pertenece.

 

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¿Y por qué no?  Cap. 3

 

Termino el receso y continuaste tus clases como si nada, al finalizar te despediste de Azul y entraste a la oficina de Archivos donde Jenny te dejo sola “Para que te concentraras”, esta vez no utilizaste los audífonos preferiste dejar que el teléfono usara sus propias bocinas para escuchar música. Tu día escolar termino aburrido y sin nada novedoso por lo que decidiste regresar a casa caminando.

 

//Voy a preparar tortitas de papa para la comida//

Pensaste mientras caminabas y pasaste al súper mercado  a comprar la necesario, cuando saliste chocaste con alguien y caíste al suelo.

 

– Disculpe.

 

Dijiste mientras levantabas tus compras, él te ayudo e hizo una pequeña reverencia.

 

– Discúlpame tú a mí, yo fui el despistado, permíteme compensarte cargando tus compras hasta tu casa.

 

Su voz te sorprendió de sobremanera ya que era idéntica a la de “TU hombre sin rostro”, lo miraste incrédula unos segundos mientras lo comparabas, tenían la misma estatura “Unos dos metros” dedujiste, sin embargo su piel era de un color más natural, su cara poseía ojos, boca, nariz y todo lo que un rostro normal debe tener; Su cabello era de un color negro intenso que contrastaba con sus ojos color carmesí,  vestía de forma informal pero con un look de chico malo al que no te querías resistir, que aparentaba una edad no mayor a veinticinco.

 

– De acuerdo.

 

Respondiste sin estar muy convencida de ello, le entregaste las bolsas de la compra y ambos comenzaron a caminar en silencio hasta llegar a tu casa, sin embargo te llamo la atención que tu acompañante no te hubiese seguido, más bien parecía que ya conocía el camino. Tú le ofreciste pasar y el acepto gustoso, cerraste la puerta tras él  y decidiste comprobar tus sospechas de la única forma que se te ocurría en aquel momento, así que te acercaste a él, te paraste de puntas como toda una bailarina de ballet, pasaste tus brazos por su cuello y lo besaste en los labios de una forma inocentemente provocativa, cosa que le tomó por sorpresa pero cerro los ojos y se dejó llevar al igual que tú, cuando los volviste a abrir te diste cuenta de que te encontrabas besando al hombre sin rostro por lo que de inmediato separaste tus labios y sonreíste con picardía.

 

– ¡Ja!, lo sabía.

 

Por extraño que te pareciese las blancas mejillas del hombre comenzaron a enrojecer con un delicado rubor mientras daba un paso hacia atrás y se cubría la parte inferior del rostro.

 

– ¿¡Cómo lo supiste!?

 

Esta vez fueron tus mejillas las que tomaron un pequeño rubor.

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