*Ruby's POV*
Me desperté sobresaltada al escuchar el golpe de una puerta cerrándose.
Recordé rápidamente todo lo que había ocurrido la noche anterior, así que sólo por precaución me levanté despacio de la cama y tras vestirme con una camiseta larga me dirigí a mi habitación sin hacer ruido. Estaba segura de que Zelena ya se había ido, pero en caso de que no fuese así, no quería despertarla y tener que enfrentar la situación ahora.
Abrí la puerta de mi cuarto y asomé la cabeza para encontrarme la habitación vacía. Con paso lento me paré en el centro de la sala desde ahi y observé el caos que habíamos causado la noche anterior... Toda mi ropa estaba esparcida por la habitación, las sábanas caían por un extremo de la cama y aún se podía ver el pañuelo de algodón colgando del cabecero. Todo era un desastre que tardaría tiempo en arreglar.
Salí de allí y bajé a la cocina con la idea de desayunar y después limpiar todo aquello... no me apetecía pensar en ella tan pronto, pero parecía que todo estaba en mi contra: los restos casi intactos de nuestra cena de ayer aún estaban sobre la mesa, tal y como los habíamos dejado. Tras abrir una bolsa, toda la comida acabó en la basura y me senté en una de las sillas observando la encimera. Mientras, mi mente trabajaba a mil por hora, y a cada momento que pasaba, cada vez tenía menos ganas de probar bocado.
No podía dejar de recordar lo que había pasado ayer, la forma en la que yo me había comportado y menos aún cómo se había puesto ella. Me sentí fatal después de haberla visto llorar por mi culpa, no es lo que había planeado para la noche y cuando lo hice no pude evitar preocuparme demasiado por ella.
Pasé mis manos por mi rostro con cansancio y suspiré...
"No debería sentirme así por una mujer que no había ni pestañeando cuando decidió dejarme tirada en una habitación ajena, desnuda y confundida después de haberme follado."
Apreté mis puños con fuerza, furiosa, y me levanté de nuevo. Esta vez tenía las ideas claras: estábamos empatadas. Me daba igual cómo se hubiese puesto esa mujer... yo también lo había pasado mal y ella ni lo pensó, entonces yo haría igual.
Subí a mi cuarto y comencé a arreglar aquel estropicio, nunca me gustó demasiado el desorden, y menos en el sitio en el que duermo cada noche.
Me acerqué a las ventanas y tras correr las cortinas, abrí para que el aire fresco se colase en la habitación. Era un día frío y llovía en el exterior, hacía el tiempo perfecto para quedarse en casa arropada con una manta y una buena peli. Por suerte era mi día libre, y podía hacer cualquier cosa que me apeteciese.
La agarré de las muñecas y abrí uno de los cajones de la mesita de noche. De ahí, saqué un pañuelo largo de algodón de color rojo y lo utilicé para atarla al cabecero de la cama.
- ¡¿Qué coño te crees que haces!?
- Tranquila linda - le guiñé un ojo - lo vas a disfrutar.
Desaté el pañuelo del cabecero y después de doblarlo, lo volví a guardar en el cajón de la mesita de noche.
Comencé a quitar las sábanas sucias de la cama y en ocasiones me llegaba el aroma de aquella mujer, yo lo ignoraba y continuaba con mi trabajo.
... Me alejé y la empujé haciéndola caer sobre la cama.
Ella soltó un gemido de frustración que se cortó de inmediato cuando me vio desnudarme frente a ella.
Todas mis prendas habían quedado esparcidas por el suelo de la habitación junto a las suyas y ahora ambas estábamos al mismo nivel.
Aún con las mantas cargadas en mis brazos, recogí prenda por prenda el desorden de la sala hasta que una en particular llamó mi atención.