Paradox ↯ Teen Wolf

X | Sin tiempo

  —No eres así.

Mi reflejo me devuelve una mirada dura, critica, cargada de enojo, de reproche. Repaso las facciones de mi rostro, mi cuello, mis ojos, recorre mi nuevo cabello blanquecino y repito nuevamente la secuencia. Tiemblo, de rabia, de enojo, no lo sé la verdad, tengo un nudo en la garganta y a su vez una voz en mi cabeza que me grita que rompa el espejo, como si ya no soportara verme y hacer eso lograra solucionarlo.

Pero no va a hacerlo.

 —Esta no eres tú  —Es lo siguiente que le digo al espejo—. Esto no es correcto.

Nada de esto.

  —¿Qué has hecho?  —Me pregunto luego de llevar un mechón detrás de mi oreja.

Derek se fue hacia la escuela hace alrededor de unas dos horas, y no he podido dejar de pensar en el incidente, el nuevo lapso en el que el tiempo se detuvo y la posterior caída de pájaros muertos. Sigo con los pelos de punta.

  —Arruinar el tiempo  —responde una voz que me hace dar un salto en mi lugar, cierro los ojos y me concentro en evitar golpear a quien sé que pertenece, pero, al abrirlos y encontrar a la albina muy sonriente no puedo evitarlo y lo intento, ella detiene el golpe con facilidad—. No me hagas reír  —Suelta mi mano y luego se cruza de brazos—. Vine porque nos estamos quedando sin tiempo, literalmente, ¿Ya has pensado que hacer?

Bajo la cabeza apretando mis puños con fuerza y simplemente asiento.

  —Bien, mejor te apresuras antes de que...

El timbre interrumpe a la loba y la oigo soltando una maldición por lo bajo, lo que me hace fruncir el ceño. Yo me dirijo a la puerta y ella camina hacia otro cuarto, donde me imagino que desaparece como tan bien le sale, entonces, una vez tengo mi mano sobre el picaporte, tomo una profunda respiración antes de abrir, intentando reunir toda la fuerza que tengo para lucir normal.

Para hacer ver a los demás que todo está bien.

  —¿Paige?  —pregunto confusa, abriendo la puerta completamente.

La castaña me saluda muy sonriente y luego se adentra en el loft como si nada, yo cierro la puerta aún confundida y, cuando consigo que mis piernas reacciones y la sigo, la descubro husmeando en el refrigerador.

  —Eh... ¿Sucede algo Paige?

  —Sí, no tienes nada de comida, ¿Acaso las lobas no comen?  —pregunta frunciendo su ceño para luego soltar una pequeña risita y finalmente tomar una manzana—Como sea, venía a confirmar si hoy sí salias conmigo.

  —¿Qué?

  —Ya sabes, hace días que volviste y apenas hemos hablado, dios, mi amiga finalmente vuelve y yo no puedo disfrutarla, ridículo  —responde rodando los ojos, dando un nuevo mordisco a su manzana antes de hablar nuevamente—. Entonces, ¿Lo harás?

  —Eh... S-Sí claro  —respondo aún algo perdida por la situación—. ¿Por qué no me lo preguntaste antes?

  —Eh, ¿Por qué no pasaste por la tienda de música? Duh —Suelta junto con una nueva risita, comiendo un poco más de su manzana y luego negando con su cabeza—. Estás actuando algo raro, ¿Todo está bien?   —pregunta elevando una ceja.

  —¿Q-Qué tienda de música? ¿De qué hablas? Yo me refería a porque no me lo preguntaste en la mansión.

  —¿Qué mansión?

No sé si me está haciendo una broma, pero si ese es el caso, y su objetivo es lograr que me pierda completamente, lo está consiguiendo.

  —Eh, ¿La de los Hale?          

La mirada de Paige cambia, su ceño se frunce en un gesto de preocupación.

  —¿Eva, está todo bien?   —pregunta ahora sonando preocupada.

  —Sí   —Cierro mis ojos y tomo una profunda respiración, luego los abro nuevamente y los calvo sobre los café de la castaña frente a mí—. Paige, ¿Esto es por Derek? ¿Sucedió algo?   —pregunto decidida a finalmente enfrentar el tema.

  —¿Derek?  —pregunta manteniendo su ceño fruncido—, ¿Derek Hale?  —pregunta a lo que suelto una risita, divertida por lo ridículo de la situación.

  —¿De qué otro Derek podría hablar sino del padre de tu hijo?

A Paige mis palabras no parecen hacerle gracia, se mantiene seria, preocupada.

  —Eva, Derek murió en el incendio de la mansión hace años   —suelta, la frase se clava en mí como una daga y se repite con eco en mi mente—, ¿De qué hablas? ¿Qué hijo?  

  —Paige, no es gracioso   —advierto, seria.

  —Porque no estoy bromeando.