XIII | Paradoja

3.1K 303 87
                                    

Cuando mis ojos se abren nuevamente, lo primero que veo es a un Stiles preocupado con su ceño fruncido, un cielo anaranjado de fondo y el sol luchando en el horizonte por prevalecer.

  —¿Eva?  —Su voz resulta borrosa y distante, y con cada parpadeo su imagen se vuelve borrosa, sin embargo, finalmente todo se aclara y abro mis ojos plenamente, viéndome cegada por la luz—Oh dios, gracias  —Lo escucho soltar, lo que me hace sonreír—. Hey, ¿Tienes una idea de cómo me asustaste?

Frunzo mi ceño, confusa.

  —Yo... Lo siento  —digo, aún sin terminar de comprender nada—. Debí haberme desmayado.

  —Wow, increíble hipótesis, ¿Has pensado en ser detective?—pregunta sarcástico y yo sonrío para luego dar un leve empujón sobre su hombro, a lo que él suelta un quejido—¿Y esa fuerza de donde salió?  —pregunta dejando caricias sobre su hombro—Hablando de eso, ¿Qué le pasó a tu cabello?

Entonces todo regresa a mí de repente. E inevitablemente, mis ojos se llenan de lagrimas y mi garganta se cierra.

  —Hey  —Stiles frunce su ceño nuevamente, preocupado—, ¿Todo está bien?—pregunta elevando una ceja, a lo que yo tomo su mano y simplemente asiento en respuesta, para luego abrazarlo, gesto que él responde—¿Segura qué...

  —Stiles, ¿Puedes sólo callarte y abrazarme?

Y para mi suerte, eso es justo lo que el pelinegro hace.

Sé que se está conteniendo, y que tardé o temprano me veré atacada por las cientos de preguntas que tiene, pero agradezco que no las haga ahora, ya que sólo me agobiaría. Necesito llegar a casa, abrazar a mis padres, y luego llorar por semanas en mi cuarto hasta que Lydia y las chicas logren hacerme salir.

El camino a mi casa sucede en silencio, aunque no dejo de sentir en ningún momento las miradas de reojo de Stiles, siempre al borde de realizar una pregunta. Cuando su auto estaciona frente a mi casa, no puedo evitar que las lagrimas nuevamente inunden mis ojos. Y es que tengo emociones encontradas.

Estoy feliz de haber regresado a casa, extraño a mi familia, y obviamente a mis amigos, y a su vez, estoy triste, recuerdo a Derek, todo lo que tuve con él, todo lo que pudo haber sucedido y jamás sucedió. La increíble historia que ahora sólo vive dentro de mi memoria, esa que jamás existió.

O que no debe existir.

  —Espero que te haya gustado la cena amor.

Las palabras de Stiles me erizan la piel, lo miro con mi ceño fruncido, con mi corazón acelerado a causa del miedo.

  —Hey  —Su sonrisa desaparece, y su expresión se transforma completamente, seguramente frente a mis ojos cristalizados—, ¿Qué sucede?

Él lleva una mano a mi mejilla y me acaricia con suma delicadeza, en sus ojos veo ese brillo que sólo he notado en ellos cuando mira a Lydia, y aunque por unos segundos envidió a la pelirroja y deseo tener a alguien que me mire de esa manera, rápidamente recuerdo que lo tuve, y que él es la razón por la que estoy aquí.

  —Nada  —Reúno todas mis fuerzas para formar una sonrisa, que, a mi parecer, resulta perfecta—. Simplemente estoy feliz   —miento, experta en ello.

Stiles sonríe y deja un beso sobre mis labios, me resulta extraño, él siempre fue mi mejor amigo, pero sé que no es su culpa, para él somos pareja desde hace tiempo, yo, por otra parte, no puedo pensar en nada más que en el dolor y el cansancio que fluyen en mí, rogándome que rompa en llanto y acabe por dormirme.

Pero aún no es tiempo de descansar.

Regresé al último día normal que recuerdo, pero el tiempo aún corre peligro. Sé que es lo que tengo que hacer; eliminar aquello que lo amenaza. 

Me despido de Stiles y bajo rápidamente del jeep, que, extrañamente, ahora es verde. Y luego de ello me dirijo al jardín trasero de mi hogar, donde simplemente me oculto y espero, ansiosa de poder entrar a mi casa nuevamente, escuchando a mis padres hablar conmigo durante la cena, y los pasos que se reparten por la casa luego de ella. Finalmente, cuando todo queda en silencio, entra en acción.

Utilizo la llave de emergencia escondida entre unos arbustos, ingreso con sumo sigilo a la casa y verme de repente nuevamente entre aquellas paredes hace que quiera llorar nuevamente, pero, tal vez por los nervios (después de todo el tiempo depende de mí), logro contenerme.

Subo las escaleras sin hacer el más mínimo ruido hasta llegar al piso de arriba, donde se encuentra mi habitación. Puedo escuchar la respiración de la antigua Eva y el latido de su corazón, el cual late acelerado en mí, a causa de lo que estoy a punto de hacer.

¿Dejaré de existir si evito que viaje? ¿Olvidaré a Derek? ¿Por qué estas preguntas apenas aparecen ahora?

Sacudo mi cabeza, no puedo permitirme dudar, no ahora. Abro la puerta de mi cuarto con cuidado, mi antigua yo no parece despertar, me adentro en la habitación cerrando la puerta detrás de mí, el tic tac del reloj se acelera, luego, al siguiente paso que doy, se vuelve tan lento que tarda una eternidad para sonar, y cuando se detiene, sé que el tiempo se detuvo nuevamente.

Doy una profunda respiración, volteo a mi doble del pasado, quien se encuentra congelada, una electricidad me recorre al tocarla. Está dormida, con una completa expresión de paz. La observo no sé si por segundos o horas, y cuando termino de reunir el valor necesario, pongo una mano sobre mi cuello y dejo a mis garras salir, entonces rasgo mi garganta.

Cierro los ojos al hacerlo, asustada esperando tal vez la muerte, el olvido, o no sé, algo, pero nada sucede.

Abro mis ojos, el tic tac regresa, y al instante en que lo hace, la Eva entre mis manos estalla en un polvo grisáceo que se desvanece en el aire antes de llegar a tocar mi cama.

Escucho unos rápidos pasos en mi dirección y me pongo rápidamente alerta, sin embargo, cuando la puerta de mi habitación se abre y descubro a mis padres preocupados detrás de ella, no puedo hacer más que sonreír.

  —¿Hija, qué te hiciste en el cabello?   —pregunta mi padre, sorprendido por mi nuevo look.

  —¿En serio esa es la única pregunta que tienes para hacerla a tu hija Miles?  —Le recrimina mi madre enojada—Vas a tener que darnos una buena explicación de porque te ves así a las cuatro de la madrugada en mitad de semana señorita  —Me advierte señalándome con su dedo indice.

Pero ninguna de sus palabras me afectan, suelto un par de lagrimas de alegría de forma inconsciente y luego prácticamente corro hacia ellos para abrazarlos fuertemente, alegre de estar nuevamente en casa.

Y de que por fin pueda descansar.

Paradox ↯ Teen WolfWhere stories live. Discover now