El Libro De Las Notas Perdidas☆ﾟ.*･｡ﾟ

«No Imi?»

En su mente rondaba una misma pregunta, ¿Cómo llegó allí? Probablemente esa pregunta ya no serviría de nada, el de buzo azul estaba decidido, ¿Él no? Tal vez. Pero, ¿Quién estaría seguro de hacer algo así? Probablemente esa era la única pregunta que sería respondida, aunque la respuesta no importaría luego de eso, nada importaría luego de eso.

Un doloroso recuerdo cruzó por su mente al observar la barandilla puesta por seguridad en  la terraza. El cómo todo había comenzado, el cómo se habían conocido... El cómo se habían declarado ante el mundo y el cómo éste se empeñó en hacerlos sufrir durante tres años. Y su decisión. Esa jodida y extrema decisión tomada en pareja, tomada por dos jóvenes mentes que deseaban la paz. Si ellos no lo hacían, la sociedad lo haría tarde o temprano, asfixiándolos con cada uno de sus prejuicios.

–No estoy seguro de ésto– murmuró unos días antes, con ese clásico tono de leve inseguridad que llevaba últimamente.–¡N-No se que ha-hacer!– el contrario se mantuvo en silencio, aún mirando a la nada.

–piensa claro, debes decidirlo– Su respuesta, al contrario, llevaba el tono tan monótono de siempre, con un deje de molestia. ¿Cómo es que estaba tan seguro de algo así?

Algo que lo diferenciaba del resto era que, por alguna razón que seguía y seguiría siendo un misterio,  podía ver a través de esos ojos tan apagados verdadera tristeza.

Luego, todo se acababa, todo, absolutamente todo. Nada podía detener lo que harían, ¿Hobbies? Éstos habían sido abandonados desde hace bastante. ¿Alcohol? ¿Café? ¿Cola? ¿Cigarrillos? Nada. Todo había sido dejado de lado, poco a poco, luego del "incidente", nacido del mucho y gran amor que sus compañeros les tenían. El suficiente amor como para llenarlos de moretones, haberles abierto la piel en varias zonas del cuerpo, haberlos humillado en público, destruir objetos preciados, etc.
La lista sigue y sigue, durante tres años eso fue parte de su rutina diaria.

Él trataba de ignorarlos, fingir que no existían, que su vida era hermosa, que había nacido para mejorar, para llegar a ser como todas esas personas a las que admiraba, para amar a su novio, para divertirse con sus amigos.

Sus amigos...

Qué buenos amigos, a decir verdad, el mejor tipo de amigo te abandona por miedo, o sigue al montón de idiotas que te molestan ¿Verdad? Oh, ¿No es así? En ese caso ninguno de los dos tuvo verdaderos amigos. Entonces, ¿Qué eran aquellos quienes se hacían llamar y eran llamados amigos? ¿Traidores? ¿Personas que se acercan a uno con el fin de conseguir algo para su propio bien? Qué carajo, los dejaron de lado en cuanto abrieron la boca.

¿Y los apodados "amigos de un amigo"? Ellos siempre estaban juntos y nadie les había dicho nunca nada, ¿Qué tenían ellos dos que la jóven pareja no? Porque no llegaba a entender porque su ahora ex-amigo no los molestaba a ellos también.

Pero ya nada importaba. Ya nada, absolutamente nada importaba. Iba a dejar ése asqueroso mundo. Todo quedaría atrás. Un solo paso era lo que faltaba.

Un simple y único paso.

El cual nunca dió.

Al contrario, su mano se soltó sin quererlo.

¿Quién es capaz de recuperarse luego de lo que vió?

Nadie hizo nada, todos observaron, fotografiaron la escena, y se quedaron mirando en su dirección. Tal vez esperando a saber qué dirían los noticieros, "Un jóven de apróximadamente quince años se suicidó saltando de un edificio de veinte pisos sin razón aparente" o "Dos adolescentes cometen suicidio saltando de la terraza de un edificio de veintiún pisos, sin ninguna razón al parecer", él también dudaba sobre qué saldría en las notas. Sabía que si no imitaba la acción de su amado lo interrogarían, lo cuál sacaba otra incógnita:

¿Típica exageración adolescente o muestra de lo que la homofobia puede provocar?

Todo fue demasiado rápido para el de camiseta gris, el abrigo azul que anteriormente llevaba su novio había quedado apoyado en un rincón del lugar; todos vieron como el castaño caminaba hasta la parte más segura de la terraza, para luego saltar, con toda la seguridad y confianza que su pequeño cuerpo contenía, con el abrigo azul marino atado a la cintura.

The
End?