Capítulo 1.

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  • Dedicated to Emily Gonzalez
                                    

El tren comenzó a moverse. Harry caminaba junto con el tren y agitaba la mano, mirando a su hijo, que ya estaba sonrojado por la excitación de ir a su nueva escuela. Albus se quedó con la mano en aire, mirando a sus padres sonriéndole. Rose lo sacó de sus pensamientos cuando le sugirió el ir a buscar un compartimiento para poder estar durante el viaje. Encontraron uno hasta que llegaron a la mitad del tren, donde solo estaba una niña pelinegra vestida con un suéter de tonos tierra.  Había dos baúles en el compartimiento.

—Disculpa—llamó Rose a la niña que miró con una sonrisa a la pelirroja—. ¿Nos podemos sentar aquí? El tren entero está lleno.

Ella asintió y ellos entraron jalando sus baúles. Los dejaron a sus pies y se sentaron cómodamente en los asientos.

—Un gusto—se presentó Rose con la niña—, mi nombre es Rose Weasley. El es mi primo Albus Potter.

La niña sonrió.

—Yo soy Hillary Hindi. Un gusto conocerlos.

Hillary regresó la mirada a la ventana; el cabello largo y obscuro le llegaba un poco más allá de los hombros. Los ojos eran obscuros como el carbón y los labios finos y rosados. Era muy pálida y de facciones finas.  Rose y Albus se habían juntado en un solo asiento escuchando música en el ipod de la pelirroja. La puerta del compartimiento se abrió y por esta entró un muchacho larguirucho, de facciones afiladas y un cabello rubio platinado. Albus ya lo había visto y lo reconoció como el hijo de Draco Malfoy.

—Ya no podía aguantar esa camiseta tan incómoda—murmuró arrastrando las palabras. Se sentó junto a Hillary, la cual sonrió.

Unos segundos después se percató de la presencia de los dos primos. Se sentó derecho en su lugar y los miro.

—Scorpius Malfoy—se presentó alargando la mano a los dos niños, los cuales se miraron antes de aceptar la mano.

—Rose Weasley…

—Albus Potter.

Los miró con una ceja en arco antes de sonreírles, era una sonrisa torcida algo extraña.

—Me imagine que serían ustedes—dijo a modo de broma—. Mi padre me ha hablado de sus padres, pero ha dicho que… No se llevaban muy bien… En fin, creo que ese pasado no debe de repetirse con nosotros.

Albus miró a su prima. Luego, miro a Scorpius sonriéndole.

—Hecho.

A las doce, como era costumbre en el tren, se hizo un barullo en el pasillo. La mujer del carrito de golosinas se detuvo frente a la puerta del compartimiento de los cuatro chicos.  Albus se  levantó y  se acuclilló frente a su baúl para sacar su dinero. Se acercó al carrito y compró varias ranas de chocolate, varitas de regaliz, zumo de calabaza helado y pastelillos de caldero. Rose solo compró un zumo de calabaza y ranas de chocolate; ya sabía que su primo le pediría los cromos que él no tuviese. Frente a ellos, Scorpius y Hillary habían comprado un millón de cosas que se intercambiaban. Hillary había sacado una bolsa negra de cuero y de ahí sacó un montón de cromos de las ranas.

— ¿Cuántos cromos tienes? —preguntó Albus, emocionado.

—Creo que… Como setecientos.

Albus abrió tanto la boca que se le podían ver de forma perfecta las muelas ya con manchas de chocolate.

Durante el camino, Hillary y Albus estuvieron intercambiando cromos y cromos y más cromos mientras Scorpius y Rose los miraban con una ceja en arco.  Cuando faltaba poco para llegar, Rose le recordó a su primo que tenía que cambiarse de ropa para la cena.

Albus Potter y el juego de las sombras (Año 1)Where stories live. Discover now