Capítulo 3

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Hyperionllamó el hombre alto y rubio a su hijo, que volteó el rostro para verlo—. ¿Ves a la chica pelirroja de ahí?

El rubio siguió la mirada de su padre, hasta ver a una chica desaliñada de enredado cabello rojo fuego y unos muy lindos ojos azules, que sonreía a un hombre igualmente pelirrojo y ojiazul y una mujer castaña muy guapa.

Yo cometí un error en mis años de escuela haciendo sentir mal a sus padres y a más personas que convenientemente están emparentados en su mayoría con ella, o son amigos de la familia, por lo tanto de ella tambiénhizo una pausa y miró al chico por primera vez desde que había comenzado a hablar—. Te pido, por favor, no cometas el mismo error que yo, Hyperion.

 

“No cometas el mismo error”. ¿A qué error se refería su padre? Debía ser muy grave e importante si se lo pedía, pues no era muy comunicativo con él. Siempre pasaba el día fuera, en esas extrañas diligencias o visitas al ministerio de magia para enmendar errores de su corto tiempo de mortífago. El señor Kingsley, el ministro de magia, era muy amable con la familia, y comprendía la situación. No los había juzgado en ningún momento por el pasado de la familia, lo cual el chico agradecía.

Con pereza, dio una vuelta en la cama y miró su despertador, dándose cuenta que aúna era temprano, pero ya no podía dormir nuevamente.

Gruñendo, se levantó, dio una rápida ducha y se puso el uniforme, colocando el distintivo de Gryffindor en la corbata escarlata y dorado. Bajó de dos en dos las escaleras, viendo a algunos alumnos madrugadores que terminaban deberes que seguramente les habían mandado los profesores para las vacaciones.

Se sentó en el sofá más alejado de esos alumnos, ya que la mayoría lo miraba muy mal.

¡Hay que ver! Sólo por ser un Malfoy. ¿No era ya bastante que hubiese quedado en Gryffindor? ¿No era ese ya un gran cambio?

Siguió ahí, esperando a ver a la pelirroja bajar, pero sólo veía a otros familiares de la chica, cómo el hermano de Albus y sus primos. No sabía quiénes eran todos, pero cada que veía un pelirrojo, imaginaba que debía ser un Weasley.

Había decidido irse e intentar suerte durante las clases que compartiesen, cuando escuchó algo rodar por las escaleras y luego una pequeña maldición.

Vio bajar a una chica con la túnica mal puesta y el cabello rojo enmarañado. Bajaba poniéndose con dificultad unos zapatos bajos. Lo que se había caído de las escaleras de los dormitorios de chicas, era una mochila con varios libros. Se había roto el tintero, haciendo que esta salpicase por todos lados.

Scorpius se acercó y tomó la mochila, quitando rápidamente el tintero y tratando de limpiar las manchas de tinta de dos libros. Rose se había agachado también, tomando rápidamente todo, pero se detuvo al ver al rubio, quitando una mancha de un libro.

— ¿Qué haces? —Preguntó ella con muy poco tacto.

El chico la miró.

—Ayudarte.

Rose lo siguió mirando; el muchacho fingía no prestar atención a la chica, pero se sentía penetrado por los ojos de ella. Al levantar la vista para entregarle el libro ya casi limpio, vio que la muchacha aún lo veía.

—Bueno…—el rubio estaba incomodo, bajo la mirada de la pelirroja—. Emm… Vamos al gran comedor. Hace hambre, ¿a qué si?

— ¿Por qué?

Scorpius se puso rojo.

—Pueeees… Es algo natural en el cuerpo. Digo… Si comiste mucho la noche anterior, te dará más hambre…

Albus Potter y el juego de las sombras (Año 1)Where stories live. Discover now