LeCN 2-Ladybug

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Ella estaba sola en su habitación, echada sobre la frazada de plumas de su simple cama que le había pertenecido a su bisabuela.

Ya algo despierta, soñaba con Adrien Agreste, su compañero de clases de ciencias en el colegio al que asistían.

Soñaba con que él la amaba como ella lo amaba a él.

De pronto, una voz le hizo abrir los ojos.

-¡Marinette! ¡Hora de desayunar!

-¡Ya voy mamá!

Marinette Dupain Cheng se levantó y bajó las escaleras, en dirección al comedor.

Cuando llegó, su padre la estaba esperando sentado a la mesa, y su madre justo llegaba de la cocina con una bandeja caliente.

-¡Croissants!- dijo Marinette.

Los padres de la chica tenían una panadería, y siempre desayunaban algo diferente.

Comieron tranquilos, los adultos acompañando la comida con café, y Marinette con leche.

Luego del desayuno, el señor Dupain trajo La Gaceta de París a la mesa, y leyó las noticias en voz alta para su esposa, mientras su única hija leía un libro.

De pronto, una noticia llamó la atención de la peliazul. Hablaba de la desaparición del hijo del actual alcalde de París, Adrien Agreste, quien, según decía en la información, había sido visto el día anterior antes de que se retirara a sus aposentos, por lo que debía haber desaparecido por la noche.

Marinette se preocupó por Adrien, y les dijo a sus padres que iría a caminar para despejarse un poco.

Mientras cruzaba una de las bellas calles centrales de la ciudad, a Marinette le pareció ver un chico disfrazado de gato entre las sombras de un callejón, pero no le dio importancia, creyendo que era producto de su imaginación. Aunque comenzó a caminar más rápido.

Cuando llegó al Arco de Triunfo, su rincón especial para pensar, se sentó sobre su vestido rosa en el suelo. Y pensó en Adrien y su desaparición.

Pensó en todo lo que hacía Adrien para no aparecer relacionado con las acciones de su padre, y descubrió que lo comprendía, que ella también habría escapado si hubiera tenido un padre así.

Pensó también en lo mucho que odiaba la injusticia que había en París. Decidió que iba a hacer algo. Una marcha, un movimiento, algo para que la gente se sintiera identificada y la ayudara a terminar con la crueldad de Gabriel Agreste.

Mientras caminaba de vuelta a su casa, Marinette vio cómo un hombre de edad tropezaba en la calle, y su bastón se caía. Sin pensarlo dos veces, corrió a ayudar al anciano a levantarse.

En su casa, Marinette pensó lo extraño que había sido el viejo con ella, más que nada, porque le había regalado como muestra de gratitud hacia ella unos aretes azul oscuro en una cajita.

En cuanto se los puso, un brillo rojizo y resplandeciente la encandiló, y un animalito rojo con un punto negro arriba de los ojos y una sonrisa en el rostro apareció flotando.

...

-Entonces, ¿solo debo decir eso y me transformo?

-Exacto.

-Bien. Tikki, ¡Transforme moi!

El traje de la chica era ajustado en todo el cuerpo, le tapaba los brazos y las manos, hasta los pies, pero de la cintura para abajo tenía una falda larga hasta debajo de las rodillas, que era abierta adelante para que ella pudiera correr y luchar con comodidad.

Salió por la ventana de su habitación, cerca de las diez de la mañana, ya transformada en la nueva justiciera de París.



Ladybug et Chat NoirWhere stories live. Discover now