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Gerard se sentó en la silla giratoria, apoyó los brazos en el escritorio y se puso a pensar en Frank, en si valía la pena ir a verlo y reclamarle todo lo que había hecho.

«No vale la pena» se repetía una y otra vez.

No, no valía la pena, pero los sentimientos de Gerard seguían en su corazón, intactos, como la primera vez que lo besó y le declaró su amor.

—No me merece.

Gerard seguía escarbando en su memoria todos los lindos recuerdos que tenía con él, mas siempre los gritos opacaban cada abrazo, los insultos cada beso, y los golpes cada promesa hermosa sin cumplir.

El teléfono sonó de pronto, provocando que su corazón latiera más rápido de lo normal.

Estaba dispuesto a perdonarlo, estaba dispuesto a tragarse su orgullo.

Atendió, esperando que Frank hablara al otro lado de la línea.

Pero no.

Número equivocado.

Historias Frerard IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora