Volteo hacia la colina alta, y ahí estaba ella de nuevo; esta vez, viéndome con un rostro diferente, un rostro de conmoción hacia mí.
Yo sabía que si me acercaba a ella, se iría y quedaría con ganas de verla de nuevo aunque sea por una última vez (ya que honestamente, la última vez que la vi, no fue nada buena).
Me levanté y sacudí la tierra
de mi ropa, me acerqué...
caminé lentamente y pude ver que sus ojos eran transparentes, como si su cerebro estuviera hueco y actuara como un robot.
Tomé su mano y vi que no se iría, lo sentía.
Lentamente caminé mi mano por su brazo delgado, y pude abrazarla, fue como abrazar a una nube de gas, espesa y profunda.
Pude ver que aún tenía esa cadena de oro que guardaba desde hace años, me alegraba.
En eso, el aire comienza a correr con fuerza, y ella comienza a esfumarse.
Yo no me alarmé porque sabía que mi cabeza así lo había decidido, y sabía que así debía de ser. Todo tenía que irse tarde o temprano.
Se esfumó y parte de sus cenizas se quedaron en mi rostro y en mis manos. Yo me quedé satisfecho, se fue y sabía que no volvería.Me senté en el precipicio (en el fin del mundo), y comencé a ver el océano, sentir como la brisa marina mojaba mi sudadera rasgada y llena de tierra.
No me importaba caer, pues sabía que todo estaba en mi, yo era el dueño de ese lugar y yo decidía que pasaba y que no.
ESTÁS LEYENDO
Carretera de los melancólicos
Short StoryPrimero que todo, quiero aclarar que he estado inactivo porque he estado trabajando en mi propia música, y he estado cumpliendo sueños y metas que tenía en puerta. Pero volveré pronto a terminar lo que comencé Ahora quiero contar un sueño que tuve...