Capítulo 2. Niñeras

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Capítulo 2. Niñeras
- ¡Hermanita! - oigo que gritan.
Después de casi una semana de que mi padre y mi hermano se despertasen, salieron el viernes siguiente por la mañana y volvieron a casa por fin.

Dejé a mi familia en el hospital la mañana de un viernes, dos semanas después de su salida, para una revisión médica, mientras que yo tuve que irme a arreglar algunos papeles al consulado de Estados Unidos junto con Anahí.

Pasamos por los chicos, sus padres y los de Anahí nada más acabar en el consulado, quienes estaban por Triana, así que aprovechamos de pasar también por mi hermano y mis padres.

Ahora estábamos delante de la clínica esperando a mis padres y a mi hermano y, la persona que me llamó, fue este último.

- Hola, chiquitín. ¿Estás listo? - le saludo, a la vez que le cargo y le doy un abrazo.

- Shiii - responde, emocionado, bajando de mis brazos y saludando a Anahí.

- ¿Nos vamos? - me pregunta mi madre, después de abrazarla a ella y a mi padre.

Por suerte, mis padres saludaron a Fred y  Helen, así que nos repartimos entre los coches, quedándonos en mi coche Anahí, Vero y yo, en el de mi madre, mis padres y Samu, en el de los padres de Anahí fueron los Fred, Helen y los padres de mi amiga y en el de César, Demon, Charlie, Alex y César.

Dejamos las maletas en los tres apartamentos en los que íbamos a estar las tres próximas semanas, antes de que los chicos y las tres chicas nos fuéramos de viaje a Los Ángeles, ya que queríamos dar un viaje nosotros solos y nuestros padres tenían que volver a sus trabajos.

  Nos pasamos todo el día en la playa de Maspalomas, junto al faro, y por allí almorzamos juntos. Cuando ya pasaban más allá de las seis y media, nos volvimos a los apartamentos y nos preparamos para irnos a una fiesta que se celebraba en Stop in Brasil.

Las chicas y yo nos vestimos con vestidos con unos tacones de cuña bastante manejables, mientras que los chicos fueron un poco más cómodos con unas camisas y vaqueros, a pesar de que los chicos se opusieron en gran medida a que fuésemos vestidas así.

- Venga, Dani, me encanta ese vestido y cómo te queda, pero me pasaré toda la noche más atento a los tíos pervertidos que te miren el trasero que divirtiéndome con vosotros. ¿En serio que no te puedes cambiar? - me intenta convencer Demon.

- Y te puedo asegurar que lo harán mucho más con la pedazo de espalda y piernas que le hacen - combina Vero, pasando por allí para meter no sé qué cosa en su bolso de mano, por lo que yo recibo una mirada de Demon, como diciéndome "¿Lo ves?".

- ¿Tú no estabas de mi lado, hermana? - reprocho a mi amiga, para después girarme hacia mi novio y rodearle su cuello con mis brazos, todavía un poco tajante - Pero piensa, querido mío, que tú eres y serás el único que pueda quitármelo después. Además, yo estoy saliendo con ustedes, así que los demás tíos se tendrán que fastidiar y adoro este vestido, así que se queda donde está.

Demon cedió poco después, pero también tuvimos que convencer Charlie, para que saliese del modo "Novio Marca Territorio Celoso". Con todo ello, nos montamos en los coches de César y en el mío y fuimos a la discoteca, a sabiendas de que dos de nosotros tendríamos que abstenernos de beber alcohol o, en su defecto, en gran medida.

Nos pasamos toda la noche bailando, casi sin ningún... incidente. A eso de la una y media de la mañana, mientras que los chicos estaban jugando al billar en una esquina, nosotras nos quedamos en la barra un rato, tomando algo y descansando un poco de tanto que habíamos bailado.

- ¿Ustedes no creen que los chicos están muy guapos esta noche? - pregunta Idaira, la actual y primera pareja de César (digo primera, porque el chico, después de haberse pasado sus buenos años mozos de flor en flor, picando en más sitios que una abeja en sus mejores días de producción, por fin ha sentado la cabeza y, encima, con una chica lindísima).

- La verdad es que sí. Y hoy sobre todo, me parece que Charlie tiene el trasero más prieto de lo habitual - comenta, conforme, Anahí.

- Eso es porque hoy hemos ido a la playa, ha estado bastante más relajado que de costumbre y lo has visto más activo. Además, ¿hace cuánto que no lo hacéis? - agrega Vero, después de beberse un trago de su mojito.

Casi no salgo viva después de escuchar esos comentarios mientras me bebo mi chupito. Definitivamente estas mujeres me van a matar algún día de estos, ya sea atragantándome con la bebida o la bebida por algún comentario como los que acababa de escuchar, o bien dándome un susto de muerte.

- Tranquila, nena, estate quietita. Ahora sí que vas a sentir placer - susurra alguien en mi oído por detrás mío, mientras se pega bastante a mi espalda.

¿Pero qué narices?

- ¿Te quieres soltar, maldito depravado? - le suelto, mientras le empujo como puedo lejos de mí.

En cero coma, todo el local estaba mirando qué ocurría y Demon estaba al lado mío.

- ¿Cómo te atreves a...? - comienza, avanzando hacia el tipo con una actitud un tanto agresiva, aunque yo lo detengo con un gesto antes de que haga algo insensato.

- ¿Qué? ¿Eres el perrito faldero de tu novia o qué? - suelta el hombre.

Esta vez soy yo la que avanza y le suelta un puñetazo en la mandíbula, dejándolo completamente inconsciente.

- Para que aprendas con quien puedes o no meterte - dijo, para luego girarme y refugiarme en mi novio.

Consiguieron despertarlo y le pusieron hielo en la zona inflamada.

- Bueno, al menos a partir de ahora tendré más en cuenta no cabrearte más de lo normal. Eres una bomba - dice Demon, un poco impactado y rodeándome con un brazo mi cintura.

Yo sonrío ligeramente contra su mejilla, en medio del beso que le estaba dando.

Después de eso, nos lo seguimos pasando bien, pero Anahí y yo acabamos haciendo de niñeras del resto de los chicos, ya que estaban borrachos como cubas y no paraban de decir incoherencias, a excepción de Idaira, quien estaba más consciente que el resto de sus acciones, y de César, quien dormía en el asiento del copiloto, a mi lado.

- Señorita Daniela - dice Demon, con una voz increíblemente grave gracias al alcohol, desde el asiento trasero de mi coche - Usted es a mujer más bella y sexy que he conocido

- Concuerdo contigo, hermano - se pone de acuerdo Alex entre hipidos a u lado, en un estado peor que el de mi novio.

- Cállense -  siseo entre dientes, mirándolos a través del espejo retrovisor y continúo - Como me vomiten en los asientos traseros no acabarán vivos esta semana, lo juro.

No sé ni cómo, pero entre Anahí, Idaira y yo los conseguimos subir a todos de un solo viaje y todos sanos y salvos.

Demon se quedó dormido prácticamente al instante de llegar a la habitación que compartimos, pero antes se "despidió" de mí, mientras le ayudaba a entrar, quitarse los zapatos y a tumbarse en la cama:

- Gracias, amor. Que tengas una buena noche y sueñes conmigo.

Y lo siguiente que salió de su boca fueron unos cuantos ronquidos.

El Boxeador y la Bailarina... ¿Boxeadora? 2ºLibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora