Capítulo 1

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Capítulo 1. Ahora...

Otras cinco horas que no duermo. Otra noche que paso en el hospital, acompañando a mis padres y a mi hermano. Apenas he conseguido dormir en el hospital, al igual que mi madre, aunque ella durmió un poco más, y a diferencia de mi padre y de mi hermano, que siguen en  coma inducido, ya que sufrieron hemorragias internas, roturas de costillas y heridas internas y  se están recuperando.

Supuestamente, cuando mi padre y mi hermano fueron a hacer unas compras dos días antes de irse a verme al concurso de Sarasate Live! y sufrieron un accidente automovilístico. Alguien les cortó los cables de los frenos, pero la policía le está costando encontrar quién lo hizo. Aunque nosotros sabemos que nuestro "enemigo" en Nueva York, el conocido narcotraficante Owem, quien, al ver que ya nos estamos resistiendo bastante, ha pasado a cumplir amenazas.

Mi madre consiguió venirse a mi final después de constantes charlas entre ella y la madre de Anahí, dejando a mi padre y a mi hermano con mis tíos en el día y poco más que estuvo fuera, por así decirlo.

Desde esa final, ha pasado casi dos semanas y en ellas apenas he dormido tres o cuatro noches completas, todas ellas gracias a mi madre, a mis amigos y a mi novio.

En este tiempo, Demon, Anahí, Charlie y Vero apenas se han separado de mí, intentando animarme y apoyarme en todo, acompañándome en el hospital, no solo por la relación que tienen conmigo sino por el aprecio que tienen con mi padre y Samu, e intentando distraerme, yendo a comprar, ver películas, a la playa,... Pero, claro, mi cabeza seguía pensando en el hospital y ellos lo sabían.

- ¿Un cafecito caliente? - le pregunto a mi madre, mientras le tiendo un vasito de café para llevar de la cafetería de abajo.

- ¿Y tú? - me devuelve la pregunta, aceptando, a su vez, el vaso que le tendía.

Sin contestarle, le enseño la lata de refresco de Coca Cola. Sabe que no me gusta mucho tomar café a secas, así que suelo tomar Coca Cola sin azúcar o un Monster cuando tengo demasiado sueño, si la otra opción fuera café o alguno de sus estilos.

Me siento al lado suyo junto a la cama de mi padre. Él sigue enchufado a las máquinas, para controlar sus constantes vitales, al igual que mi hermanito, al igual que la sonda y a los , pero, según los médicos, podrán despertarse hoy o mañana, así que estábamos más de los nervios que de lo normal.

- ¿Estás mejor? - inquiero, sujetando la lata delante de mis labios después de haber tomado un largo trago de esta, concentrada en mi padre.

- ¿Dentro de lo que cabe? Más o menos. No estaré tranquila hasta que ambos estén despiertos y conscientes - me responde, en la misma posición que yo.

A eso de las diez, diez y media, aparece mi novio.

- ¿Qué tal están dos de mis señoras favoritas de todo este mundo? - saluda Demon, a la vez que entraba en la sala con un mochilita y una bolsa del supermercado - ¿Les apetece ir a desayunar o alguna se queda aquí arriba?

- Llévate a mi hija, anda. Que me está dando tanto dolor de cabeza como mi marido y mi hijo juntos, y ya es decir - le pide mi madre a mi novio, restregándose un ojo, con cierto cansancio.

Dicho eso, Demon se echó unas risas y mi madre se ganó una mirada crédula de parte mía.

- Por eso te traje unas cosillas. Son del Hiperdino que está un poco más allá - le tiende Demon a mi madre.

- ¡Guau, sí que compraste!

Un bocadillo de queso tierno y jamón, una tableta de chocolate y unas ambrosías de Tirma, un croissant de chocolate que debió de venir de la cafetería que está más arriba, y un café caliente.

El Boxeador y la Bailarina... ¿Boxeadora? 2ºLibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora