Capítulo 3

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Aquel chico no me lo podía sacar de la cabeza,tenía pinta de ser muy simpático,pero como me decía siempre mi madre,si algún día conozco a alguien de el barrio pobre,que no me haga su amiga,pues siempre me querrán por mi riqueza y aprovecharán mi confianza para robarme todo lo posible.
Se me hacía triste pensarlo y que solo pudiera tener amigos ricos y que no compartieran mis pensamientos,por qué ninguno lo hacía.

(.....)

Desde esa mañana llevaba encerrada en mi cuarto,no había cenado a pesar de que me habían traído la cena a el cuarto,seguía enfadada y no pensaba salir,comenzaba a anochecer y estaba sobre mi cama,con el pijama puesto y leyendo un libro,de aventuras,no me gustaban las típicas novelas de romance que siempre eran iguales.

-Señorita Martina-dijo el mayordomo entrando por la puerta-su madre me ha dado ordenes de que le obligue a bajar-dijo agachando la cabeza-para hablar.

-Dile que al menos tenga valor de subir ella-contesté cerrando el libro.

El mayordomo asintió marchándose,me quedé sentada esperando,sabía que mi madre iba a subir.

-Hija-dijo mi madre abriendo y entrando,después cerró la puerta a sus espaldas-Creo que deberíamos hablar de algo importante.

Yo me quedé callada y moví mi cabeza indicándole que hablara,ella se sentó en mi cama,y eso solo lo hacía cuando era muy importante y largo de contar.

-Martina,ya tienes 16 años,y te sigues comportando como una de 10,tus pensamientos siguen siendo cerrados.

-¿Los míos son cerrados?-la interrumpí.

-A eso me refiero,no tienes la actitud de una mujer de 16,no abres los ojos,contempla todo lo que tienes a tu alrededor-abrió las manos señalando toda mi habitación.

Miré a mi alrededor mirando mi enorme habitación,la cama cubierta con una cortinita rosa,color que nunca me ha gustado pero siempre ha sido calificado color de chica,retoques de oro cubrían la mayor parte de la habitación,un espejo que podría venderse por muchísimo dinero,y muebles de madera pura que tardaban meses en construirse.

Nunca había mirado mi habitación de esa manera,y en ese momento pensé en lo estúpida que había sido y la vida de rica que llevaba.

-Tienes todo lo que quieres,tienes que ser feliz-prosiguió mi madre.

-Madre,la felicidad no tiene que ver con todo el dinero que tengas-dije un poco enojada.

-Cielo,no puedes decir eso,sabes que tiene mucho que ver,o tu crees que la gente del barrio pobre es feliz-soltó una risita de superioridad.

En ese momento recordé la sonrisa sincera de aquel chico de ojos verdes que necesitaba robar para poder comer y aún así parecía ser la persona más feliz del mundo.

-Pues he visto a más gente del barrio pobre sonreir mas que a ti en todo los años que llevo contigo,pareces una puta amargada-le levanté el tono de voz y sin apenas poder decir una palabra más me llevé una fuerte bofetada en mi mejilla haciendo girar el rostro.

Mi madre se levantó super enfadada y cuando colocó su mano en el pomo de la puerta siguió hablando.

-Eres una desagradecida,y venía a hablar,te casaras con el hijo mayor de la familia Ortega,está decidido.

-¿¡Que?!-le grité olvidando la bofetada que me acababa de dar-No puedes obligarme a casarme con él,es muy repelente y no le quiero.

-Martina, aquí da igual si le quieres o no,tienen dinero y ya está.

-¿Y eso es lo único qué importa?¿y mi felicidad?¿y mi verdadero amor?-le dije mientras mis ojos se ponían vidriosos de la impotencia.

-Así es la vida-dijo cerrando mi puerta de un portazo y después escuché que cerraban con llave la puerta,genial,ahora estaba encerrada.

Todavía no sabía como mi madre había sido capaz de hacerme eso,conocimos a la familia Ortega en una fiesta de pijos hace un par de años,son 3 hermanos,2 chicos y una chica y son los típicos repelentes,el grande tiene 19 y es horrible,además es un creído,siempre me ha caído mal,no puedo casarme con él,eso está claro.

(.....)

Estaba un poco nerviosa,no sabía como evitar esa boda,estaba sentada sobre el bordillo de la ventana,desde ahí se podía ver todo el barrio pobre que brillaba siempre en la noche,era hermoso.

El chico prohibido«Erick Brian Colón»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora