Paso 12

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No dudes.

Las dudas siempre arruinan todo. Me arruinaron a mí, y no dudo de que lo hagan contigo.

Y como últimamente hablo de recuerdos...

Después de una semana de que mi padre muriera y todos sonrieran de forma hipócrita, todo volvió a la normalidad. Las burlas, el acoso, la humillación y marginalidad.

Viens no volvió a hablarme.

Estaba haciendo tareas en mi casa cuando alguien llamó a la puerta. Y me pareció extraño, porque nunca me visitaba nadie.

Caminé hasta la puerta y abrí.

Una morena, con el pelo hasta los hombros. Y de traje.

—Sentimos lo de tu padre...—ni siquiera saludó.

—No como yo—aseguré. Y entró a la casa.

La seguí hasta el living, y se sentó abriendo su maletín; me molestaba su importunismo y arrogancia.

—Soy Mara Crigth, y bueno, como dice mi placa. Soy del seguro social.— Señaló la placa en su pecho izquierdo.

No dije nada. Ni mi nombre de perdedor.

—Vine, porque debemos encargarnos de ti. Para eso tengo dos propuestas...—Sacó algo del maletín—. O te quedas con alguien, o vives solo. Porque tienes dieciocho.

Era muy directa, apurada y desinteresada por su trabajo. Eso se le notaba.

¿En realidad que me convenía?

—Supongo—hice una pausa. Para pensar, dudé de que responderle y ella se apresuró a hablar.

—Te recomiendo que te quedes con alguien, hasta que finalices tus estudios. Es mucho más cómodo.

—Me voy a quedar...—nuevamente dudé.

—La decisión que tomes afectará tu futuro... Quédate con alguien.—Parecía interesada en que me quedara con alguien.

—Solo. Voy a quedarme solo.—Dejé de dudar. Suspiró pesadamente.

—Bien, firma aquí—. Me extendió un bolígrafo y firmé en el papel que me indicaba.

Se fue, sin decir adiós. Cerré la puerta y subí a mi habitación a hacer mi tarea.
Mi escritorio que quedaba cerca de la ventana me invitaba a verla. Asomé mi cabeza sin despegarme del asiento y sin soltar mi lápiz.

Viens estaba sentada en su cama; pero parecía que hablaba con alguien. Entonces se movió y me permitió verlo, Greg. Se tiró sobre ella. Para besarla.

Cuanto me enfermaba ser la porquería andante, me enfermaba no poder ser alguien más.

Se podía ver como ella correspondía sus besos.

Por un segundo, un pequeño segundo, me gustaría estar en su lugar. Para ver sus ojos, tocar su piel y besar esos labios que continuamente me llamaban. Casi podía imaginar como besaba mis labios, como su mano de escondía en mi nuca y sus mejillas se enrojecían. Por un segundo me gustaría dejar de ser el objeto de burla, me gustaría perderme en su aroma adictivo y sus imperfecciones.

Ahora él estaba haciendo de la suyas, quitándole la ropa. Haciéndola suya.

Me gustaría haber estado en su lugar; que me mirara con ojos amotinados de lujuria, que su mano paseara por mi cuerpo y probar aquellos labios que me comían el cerebro. Sentía a Viens como una especie de planta que había echado raíces en lo más profundo de mí, se había enredado por todos lados y había cavado sin piedad mi rincones.

Miré el lápiz en mi mano, roto.

Manual para Secuestrar a Alguien #wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora