One-shots Jelsa #CLJelsa2

«First»

Arendelle; un hermoso reino con los más bellos paisajes que podrías imaginar, dirigido por la que todos conocen como "La Reina de las Nieves", cuyo don era codiciado, admirado y temido por los demás monarcas de la zona. Desde que las puertas se abren, el palacio ha sido testigo de grandes y alegres fiestas, todas y cada una de estas organizadas por la princesa Anna, quien junto a su prometido Kristoff, se ha encargado de que en ninguna de estas celebraciones falte el chocolate.
San Valentín, Día de Gracias, Pascua, Navidad, el Día de los Muertos; estas fechas se hacen pocas para las hermanas. Pero bueno, los sirvientes ya estaban decorando cada rincón del castillo, preparándolo para recibir a las cientos de personas invitadas a bailar esperando el nuevo año. Ansiedad, nervios y emoción eran percibidos en los pasillos del gran lugar. Una vez listo venía el siguiente paso: avisarle a la reina. Suena fácil, ¿Verdad? Pues déjame decirte que no lo es tanto, no después de la advertencia dicha antes de marcharse:

— ¡Quiero estar sola! ¿Entendido? ¡Cualquier interrupción será castigada! Y todos saben cuales son los castigos de este reino. —la chica levantó la mano, sacó su guante y dejo caer algunos copos de entre sus dedos— Están advertidos. —a paso firme se dirigió a su habitación. Los ojos fijos en el camino, esa expresión fría que no se había presentado desde la muerte de sus padres.

Los tacones resonaban por todo el lugar, los sirvientes bajaban la mirada al tenerla frente a ellos. Era una buena chica, en realidad nunca había castigado a sus siervos, no era capaz de hacerlo, pero todos sabían que su estabilidad emocional era frágil como la porcelana. Si necesitaba soledad, la obtenía; nadie se había atrevido a privarla de su solitaria habitación, excepto el plebeyo con el que estaba emparejada, plebeyo del que nadie había oído antes; algunos rumores decían que fue a pedirle misericordia a la reina luego de que unos guardias corruptos del castillo entraron a la fuerza en la choza de su familia, otros muchos decían que el joven era parte de la servidumbre y otros simplemente decían que era un príncipe disfrazado. ¿El verdadero origen del joven? Ni siquiera ella lo sabía, solo era un guapo muchacho con el que se había topado en las montañas, curioseando en su más grande creación helada: el palacio.

Al llegar a su habitación dejó de actuar, dejó de fingir ser fuerte. Se liberó, o al menos sus poderes lo hicieron puesto que un rayo saltó apenas aseguró la puerta, congelando a un pequeño pájaro que cantaba en su ventana. La chica llevó una de sus manos hacia su boca intentando frenar lo inevitable, intentando fallidamente callar los sollozos que se venían.

El sonido de la puerta irrumpió la caída del agua salada proveniente de los hermosos ojos azules de la platinada reina: los preparativos estaban listos. Pero le era imposible dejar de lado todo su dolor e ir a esperar el nuevo año, revivía esa horrible y agonizante escena una y otra vez. Volvía a escuchar los desgarradores gritos de su, ahora difunto, novio: “¡Vete de aquí, Elsa! Yo estaré bien, lo prometo”
Los sollozos aumentaron al recordar aquella promesa que claramente no fue cumplida, el hielo trepaba sin permiso por las paredes y la escarcha cubría completamente las sábanas.

Escarcha.
Más sollozos salieron de la boca de la joven. Él amaba la escarcha, siempre que se adentraban en el bosque para sus citas le pedía entre pucheros que escarchara las flores y luego las miraba con los ojos llenos de ilusión, con un asombro digno de un niño pequeño que acaba de conocer los poderes helados de la reina.

Cerró los ojos con fuerza, recordar los sucesos era una tortura, enterrar los dedos en la herida.

“¡Jack!”

Recordaba claramente el desgarrador grito salido de sus pálidos labios, seguramente lo último que él escuchó antes de que su cuerpo fuera atravesado por aquellas lanzas.

Todos sabemos ya lo que ocurre cuando las emociones de La Reina de las Nieves se descontrolan: el bosque quedó congelado en menos de un segundo. Árboles, el lago, los pequeños animalitos e incluso los asesinos se convirtieron en estatuas de hielo.