2. La onda expansiva de la revolución Rusa

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La revolución de Oriente a Occidente


La revolución de octubre de 1917, dio por tierra con las teorías mencheviques, demostrando que en un país atrasado como Rusia, el proletariado era capaz de tomar el poder antes que sus hermanos europeos y que las tareas a las que se vería enfrentado el proletariado en el poder lo llevarían rápidamente a la transformación de la revolución democrática en socialista y a su extensión del terreno nacional al internacional. Esta tarea fue realizada contra la oposición activa no sólo de los mencheviques y el Partido Socialista Revolucionario que agrupaba a los campesinos (que tildaron a los bolcheviques de contrarrevolucionarios ya que su aventurerismo contra Kerensky traería nuevamente a la monarquía) sino incluso en contra de un ala derecha surgida en el bolchevismo (Zinoviev, Kamenev, Rikov), que sólo tras una dura lucha política aceptó disciplinarse a la organización de la insurrección.

En todo momento, tanto para Lenin como para Trotsky, la revolución rusa continuaba siendo parte o una faceta de la revolución mundial. El atraso ruso no era impedimento para que el proletariado tomara el poder pero sí para llegar al socialismo y esta tarea era imposible si no se desarrollaba la revolución en los países más avanzados (tal como había planteado Marx). En ese sentido, las condiciones europeas para la revolución hacían que esta postura tomara un carácter absolutamente concreto. Los intentos de fundar una nueva Internacional entre 1915 y 1916 con las Conferencias de Zimmerwald y Kienthal, se concretarían luego de la revolución de Octubre con la fundación de la III Internacional en marzo de 1919. Durante 1918 y 1919, se desarrollaron procesos revolucionarios en el centro de Europa (Alemania, Austria, Italia y Polonia), la simpatía con la revolución se extendía entre la clase trabajadora de todo el mundo, surgían nuevos partidos comunistas y la agitación obrera existía tanto en América como en Oriente. Estos procesos fueron sin embargo derrotados, debido a las traiciones de la socialdemocracia y la inmadurez de los nuevos partidos comunistas para enfrentarlas.

En 1919, desde su tren blindado y mientras dirigía el Ejército Rojo en su combate contra las fuerzas contrarrevolucionarias nacionales y extranjeras, Trotsky escribe En camino: consideraciones acerca del avance de la revolución proletaria (1919). En este artículo, Trotsky vuelve a discutir contra las concepciones mencheviques que negaban la posibilidad de una revolución socialista en los países atrasados.

En este sentido, Trotsky aplica la ley del desarrollo desigual y combinado para demostrar la gran posibilidad de que la revolución proletaria avance del este hacia el oeste. En los países más avanzados, siendo los que contaban con un proletariado más fuerte y más concentrado y, en ese sentido, con mejores condiciones para la dictadura proletaria, las mismas condiciones generadas por su desarrollo precedente, ahora se podían convertir en un obstáculo para superar a «la fuerza más contrarrevolucionaria de la política europea», la socialdemocracia, especialmente en Alemania. En los países más atrasados, la guerra imperialista había alterado el equilibrio capitalista inestable. El equilibrio de las fuerzas sociales podía ser roto por «la línea que ofrecía la menor resistencia». Las revoluciones en Hungría y en Baviera, el primero un estado atrasado y el segundo una región atrasada de Alemania del este europeo, eran una demostración de esto. Para Trotsky, así como la revolución rusa había sido una revolución no sólo contra la burguesía rusa sino también contra la europea (especialmente la francesa e inglesa) y por lo tanto había repercutido en las condiciones revolucionarias europeas; las revoluciones del este, por lo tanto, aunque se dieran en países atrasados también golpearían sobre el oeste. Lejos de irse a una posición «mesiánica» u «orientalista» ve las revoluciones en estos países como un camino hacia la revolución europea, de ahí sus expectativas de que el próximo Congreso de la IC se realizara en Berlín o París. En el artículo En Camino..., Trotsky reafirma sus concepciones internacionalistas:

La teoría de la revolución permanente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora