1. Los orígenes de la teoría de la Revolución Permanente

258 3 0
                                    


Antes del 9 de enero

Trotsky afirma que, en sus rasgos fundamentales, formuló la teoría de la revolución permanente antes de la revolución de 1905. El primer artículo que presentamos en esta compilación, Antes del 9 de enero, fue escrito entre noviembre y diciembre de 1904 y publicado en forma de folleto con un prólogo de Parvus* (A. Helphand), pero recién dio a luz (debido a la resistencia de los mencheviques) luego del 9 de enero de 1905, el «domingo sangriento» que dio inicio al proceso revolucionario. Es en este artículo donde Trotsky plasmará en el papel sus primeras formulaciones sobre la revolución permanente. Sobre la base de sus conclusiones acerca de los acontecimientos desarrollados entre 1903 y 1904 Trotsky hará una predicción muy certera de cómo se desarrollaría la próxima revolución en Rusia. En 1903, al calor del fin del boom económico en Rusia y el surgimiento de una gran oleada de huelgas económicas que rápidamente se transformaron en luchas contra el zarismo, el 3 de julio, el joven proletariado ruso había protagonizado una huelga general. De aquí extrae Trotsky la conclusión de que la transformación de la huelga general del proletariado en insurrección sería el método esencial de la próxima revolución rusa. A fines de 1904, la guerra ruso-japonesa, la expresión más descarnada entonces del inicio de la nueva época imperialista, había acelerado la crisis del estado ruso y con ella comenzaba a manifestarse la crisis en el ejército. El odio de las masas al zarismo iba en aumento. La burguesía liberal demandaba al zarismo a través de los zemstvos, mayores libertades democráticas y la promulgación de una Constitución. Con este objetivo realizó una serie de «banquetes», que terminaron rápidamente en la negociación con la autocracia zarista. Esto confirma para Trotsky, una vez más, que no era la burguesía la que estaba llamada a dirigir la lucha por las tareas democráticas. Para Trotsky, se necesitaba una fuerza revolucionaria que fuera capaz de unificar ese odio con el objetivo de una tarea colosal: el triunfo de la revolución. Los liberales, más temerosos de la revolución que del zar, ya habían demostrado que su objetivo era desviar a las masas de su lucha revolucionaria. Los intelectuales radicales se habían mostrado impotentes. Sólo el proletariado como fuerza revolucionaria podría aglutinar tras de sí a las masas a través de la huelga general política. La ciudad sería la principal arena de los acontecimientos revolucionarios. Los campesinos debían ser ganados para las manifestaciones en las calles y para que se unan al combate por una Asamblea Constituyente. Esta consigna, junto a la tarea de acabar con la guerra serían las consignas nacionales para unificar la lucha de toda Rusia y para unir al ejército revolucionario con el pueblo e impedir la represión en el momento de la huelga. Era indudable la inminencia de la revolución. «Lo increíble se vuelve real, lo imposible se hace probable» dirá en esa época el joven Trotsky.

Las polémicas entre los marxistas rusos comenzaban a salir del terreno ideológico y a ponerse a prueba en las calles. Todos coincidían aún en el carácter democrático burgués que tendría la revolución por venir. Sin embargo, las diferencias comenzaban a manifestarse alrededor de cuál sería la clase que resolvería las tareas democráticas pendientes. Poco antes, en el Congreso de Londres de 1903 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se había dividido en dos tendencias principales: los bolcheviques encabezados por Lenin y los mencheviques encabezados por Axelrod*, Martov*, Zasulich* y el fundador del marxismo ruso Plejanov*. Trotsky en un principio se alineó con los mencheviques pero rápidamente se separó de éstos y mantuvo en esos años una posición independiente frente a las fracciones. La primera ruptura pública de Trotsky con los mencheviques, a mediados de 1904, será alrededor de su actitud hacia la burguesía liberal ya que aquéllos seguían considerando que ésta sería la clase que dirigiría la revolución contra el zarismo.

Trotsky describe en Mi Vida su evolución política en aquellos años:

Mi primera empresa en Nikolaiev había sido un primer ensayo provinciano hecho a tientas. Sin embargo, el ensayo no fue estéril. Puede que en ninguno de los años siguientes me fuese dado entrar en tan íntimo contacto con los obreros de base como en Nikolaiev. Entonces no tenía todavía un «nombre» ni nada que me separase de ellos. Allí se me quedaron fijados en la conciencia para siempre los tipos fundamentales del proletariado ruso... En la cárcel me inicié en los estudios revolucionarios comenzando casi por el ABC. Dos años y medio de encarcelamiento y otros dos de destierro me brindaron la ocasión de cimentar teóricamente mis ideas revolucionarias. La primera emigración fue para mi una alta escuela de política. Bajo la dirección de los mejores marxistas revolucionarios aprendí a contemplar a la luz de las grandes perspectivas históricas y bajo el ángulo visual de las relaciones internacionales.

La teoría de la revolución permanente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora