6.El partido del proletariado y los partidos burgueses en la revolución.

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Los camaradas saben que rechazo categóricamente la opinión que ha sido la filosofía oficial del partido en estos últimos tiempos sobre la revolución y el papel que desempeñan en ella los partidos burgueses.

Las opiniones que profesan nuestros camaradas mencheviques les parecen, a ellos mismos, extraordinariamente complejas. Les he oído más de una vez acusamos de tener una idea demasiado simple de la marcha de la revolución rusa. Y, sin embargo, a pesar de una falta absoluta de precisión en las formas, que dan la apariencia de complejidad —y gracias, quizá, a este defecto— las ideas de los mencheviques degeneran en un esquema extraordinariamente simple, accesible a la comprensión del mismo Miliukov. En la nota final de un folleto aparecido recientemente, «Cómo se han hecho las elecciones para la segunda Duma de Estado», el líder del Partido Constitucional Demócrata [kadete] ha escrito: «En lo que concierne a los grupos de izquierda, en sentido estricto, es decir, los grupos socialistas y revolucionarios, nos será más difícil entendernos con ellos. Pero, si bien no tenemos razones positivas suficientemente definidas que operen este acercamiento, tenemos al menos grandes razones negativas que favorecerán el entenderse en cierta medida. Su fin es criticarnos y desacreditamos, por eso es necesario que existamos y que obremos. Sabemos que, para los socialistas, no solamente para los de Rusia sino para los del mundo entero, la transformación que lleva a cabo ahora el régimen es una revolución burguesa y no socialista: es una revolución que debe ser hecha por la democracia burguesa. Además, si se tratara de ocupar el lugar de esta democracia [...] hay que reconocer que no hay un solo socialista en el mundo que se haya preparado para ello; y si el país ha enviado a la Duma socialistas en gran número, no es, desde luego, para realizar desde ahora el socialismo, ni para que lleven a cabo por sí mismos las reformas preparatorias "de la burguesía...". Así, les será mucho más ventajoso dejamos el papel de parlamentarios, que comprometerse ellos mismos en ese papel».

Miliukov, como veis, nos introduce desde el principio en el meollo de la cuestión. En la cita que acabo de hacer tenéis los elementos esenciales de las ideas mencheviques sobre la revolución y sobre las relaciones de la democracia burguesa y socialista. «La transformación del régimen que se lleva a cabo en este momento es una revolución burguesa y no socialista». Esto para empezar. La revolución burguesa «debe ser hecha por la democracia burguesa», como segundo punto. La democracia socialista no puede efectuar por sí misma las reformas burguesas, tiene un papel de simple oposición: «Criticar y desacreditar». Por fin, como cuarta observación, para que los socialistas tengan la posibilidad de quedarse en la oposición, «es preciso que la democracia burguesa exista y actúe».

¿Y si esta democracia burguesa no existe? ¿Y si no hay una democracia burguesa capaz de marchar a la cabeza de la revolución burguesa? En este caso hay que inventarla: a esto es a lo que llegan los mencheviques. Edifican una democracia burguesa, le dan una serie de cualidades y una historia, empleando su imaginación para ello.

En tanto que materialización, tenemos que preguntarnos primero cuáles son las bases sociales de la democracia burguesa, en qué capas o clases puede apoyarse.

Es inútil hablar de la gran burguesía como de una fuerza revolucionaria, todos estamos de acuerdo en este punto. Los industriales lyoneses, por ejemplo, tuvieron un papel contrarrevolucionario en la época de la revolución francesa, que fue una revolución nacional en el más amplio sentido. Pero se nos habla de la media y, sobre todo, de la pequeña burguesía como fuerza dirigente en la revolución burguesa; y, ¿qué representa esta pequeña burguesía?

Los jacobinos se apoyaban en la democracia de las ciudades, derivada de las corporaciones artesanas. Los maestros de taller, sus oficiales y las gentes de la ciudad que tenían con los primeros lazos estrechos, componían el ejército revolucionario de los sans-culottes, y ése fue el apoyo del partido dirigente. Esta masa compacta de la población urbana, que había pasado por la larga escuela histórica de la vida corporativa, fue precisamente la que soportó todo el peso de la transformación revolucionaria. El resultado objetivo de la revolución fue crear las «condiciones normales» de la explotación capitalista. Pero el mecanismo social de la evolución histórica ha hecho que la dominación burguesa se viera asegurada por obra de la plebe, de la democracia de la calle, de los sans-culottes. Su dictadura, basada en el terror, libró a la sociedad burguesa de todos los vestigios del régimen anterior, y luego la burguesía impuso su dominio, derribando la dictadura democrática de los pequeños burgueses.

La teoría de la revolución permanente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora