Mikael había tenido algunos problemas en la facultad relacionados con faldas que el mismo se encargaba de eliminar, de hecho era bastante fácil cuando estaba haciendo una maestría en farmacología y por supuesto, por que usaba su cerebro, tampoco estaba mintiéndole a Ileana con respecto a lo de neurología pero eso todavía no era un hecho pues justo estaba de vacaciones no quería dejar a su padre solo haciéndose cargo de todas las coas relacionadas con sus subordinados. No tenía novia, solo le gustaba el sexo casual y aunque en ocasiones no se lo permitían, esas chicas siempre caían redonditas ante sus encantos... y algunas pastillas que les solía administrar.
Había ido a ver su padre en esos dos meses de merecidas vacaciones para no perder la costumbre ni tampoco olvidar sus responsabilidades pues en cuanto terminara la maestría volvería a tomar el lugar de su padre, ¿Qué en dónde? Sin duda tampoco era cierto lo de seguir los pasos de su padre y heredar el consultorio, o al menos, eso no era todo lo que heredaría. Él era un licántropo, hijo de un Alpha y una omega que murió al dar a luz por su debilidad hace mucho tiempo, todos se sorprendieron al saber que los rasgos predominantes eran los de un Alpha en vez de omega lo cual solía ocurrir muy a menudo el caso contrario, sobre todo porque una relación así era muy difícil de mantener por los linajes y prejuicios.
Sea como sea, estaba ahí, ese día había estado ayudando a su padre recordando a esa hermosa chica que no había aceptado el coqueteo en un café cerca del consultorio de su padre, había sido muy grosera con él y le había molestado su actitud, normalmente todas las chicas de Bran (no todas realmente) aceptaba una cita con él con un "acostón" de por medio. Era un cazador innato por naturaleza refiriéndose a su parte lobo y a su parte humana en partes iguales y pocas mujeres solía rechazarlo como bien presumía con sus amigos de instituto y de manada. Así que, cobardemente, había optado por el truco más viejo, pero que no funcionó. Eso hería su hombría más de lo que quisiera admitir.
Y el encontrarse con la madre de esa hermosa tentación por que sí, la había investigado incluso, no dudó ni un segundo en ayudarla con las compras que llevaba en las manos, fue un golpe de suerte, justo llevaba su pequeña primera creación certificada en uno de los bolsillos de su pantalón caqui y con una sonrisa amable le acompañó a su hogar.
Y ahora estaban ahí, ayudando a la hermosa mujer y mientras ella lavaba algunos trastos el se encargaba de hacer el café agregando a las dos tazas destinadas para las mujeres agregó a cada una, una pastilla en el agua caliente esperando que se disolviera para después colocar los demás aditamentos, moviendo con una cucharita para mezclar los ingredientes, justo en ese momento, Ileana colocaba trozos de pastel en los platos para llevarlos a la mesa seguido de él mismo con las tres tazas, al llegar a la mesa colocó las dos tazas con la pastilla frente ambas féminas, tomó asiento sosteniendo la suya en todo momento para evitar cualquier error.
Pasaron varios minutos en los que platicaba con la madre de la pelinegra, ésta última bastante huraña por su presencia prefiriendo comer el dulce pastel y beber el café que estar hablando con él, una cosa más que le fastidiaba pero no dijo nada al respecto, sólo le quedaba esperar para poner su plan en marcha. La primera en caer fue Viorica, causando la preocupación en la joven que no dudó en cuestionar.
―Madre, ¿te encuentras bien? ―y es que parecía no estar con ellos en ese momento, ella misma sentía algo extraño pero le restó importancia
―Sí cariño sólo que...―dio un bostezo―pido una disculpa a nuestro invitado, me ha entrado algo de sueño, compré algo para ti Ileana, voy a buscarlo a la sala e iré por más café, hablen mientras tanto―se levantó de la mesa caminando en dirección de la sala
―Eso es extraño―afirmó meneando la cabeza en negación para quitarse el sueño que se apoderada de ella―no me siento bien.
― ¿Qué síntomas presentas? ―cuestionó interesado
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Fragmentos de ti
Manusia SerigalaTitulo anterior: verdades inesperadas. Ileana es una chica que después de cumplir los dieciocho años su vida, o mejor dicho, su actitud cambió drásticamente: pasó de ser medianamente calmada a una chica irritable e irascible por casi cualquier cosa...