Capítulo XI

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Reflecția lunii se había retirado más al sur en los Cárpatos, dónde el clima era un poco más inclemente, pero que les beneficiaba ya que por esa misma razón esa zona se encontraba deshabitada por cualquier manada de lobos, ya que, en su mayoría, l...

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Reflecția lunii se había retirado más al sur en los Cárpatos, dónde el clima era un poco más inclemente, pero que les beneficiaba ya que por esa misma razón esa zona se encontraba deshabitada por cualquier manada de lobos, ya que, en su mayoría, las zonas boscosas eran habitadas más por lobos europeos, habituado a temperaturas más cálidas que ellos mismos, que sí bien también contaban con uno u otro lobo europeo, la mayoría eran de pieles más gruesas y peludas, siendo así más resistentes al frío.

De igual forma, el poder convertirse en humanos a libertad, había facilitado muchas cosas para la manada herida, levantaron pequeñas casitas, en aquel entonces, con solo madera sin nada más para mantenerse, con el paso de los años, hicieron la pequeña aldea lo suficientemente sustentable como para haber permitido el nacimiento de tres camadas de lobos en los últimos casi 150 años, ésta última, trayendo a la generación más joven a la que pertenecía el hijo de Cornel, Ivantie.

Por su parte, el lobo de pelaje marrón que había sido mandado de vuelta a la manada para informar sobre las buenas nuevas por parte del viejo Andru, recorría el paisaje boscoso a rapidez media, se había cansado un poco al haber ocupado sus energías al máximo para llegar a dónde se había escuchado el tan ansiado llamado. Se llevó unas horas más de lo esperado, deteniéndose cada cierto tiempo para asegurarse de que no estaba siendo seguido y aprovechando para descansar, no había dormido casi nada, pero lo prefería para llegar e informar de las nuevas buenas.

Finalmente llegó a su destino, disminuyendo la velocidad hasta entrar trotando al interior, pudo observar a algunos niños jugando en los alrededores de su pequeña aldea improvisada, encontrándose a su paso, a su hijo, de apenas cinco años, acompañado de los demás menores, se detuvo para transformarse y así caminar en su dirección de manera despreocupada, después de todo, estaban en sus territorios (o lo que pudieron conseguir luego del Destierro) ¿qué de malo podía pasar?

—Pequeño Ivantie, ¿dónde está tu madre? —cuestionó.

El menor al escucharlo dejó lo que estaba haciendo para correr a los brazos de su padre, quién se acuclilló para recibirlo con los brazos extendidos, abrazándolo con amor, poniéndose de pie y revolviendo su cabello de manera cariñosa, haciendo reír contento al más joven.

—Está en casa, padre, me permitió salir a jugar un momento en lo que terminaba el aseo de la casa.

Le hizo saber, en tono infantil. El mayor saludó a los demás niños mientras se acercaba más, caminando en dirección de su hogar, una de las tantas chozas que conformaban el pequeño poblado de lobos, sin percatarse en ningún momento que no había visto a los lobos guardianes ni ninguno de los otros lobos que se supone resguardan la integridad de la pequeña manada, sin embargo, ¿qué podía ser más importante que su hijo? O sí, el hecho de que encontraron a su alfa verdadero.

Ingresó a su vivienda, con el niño en brazos, encontrándose con los aditamentos para la limpieza tirados en un rincón, alzó una ceja extrañado, estaba a punto de olfatear cuando sintió la punta de una daga en su costado izquierdo, debajo de la mano que usaba para sostener a Ivantie, el aroma del alfa en turno (el que habían escogido ellos, para pronto) golpeó sus fosas nasales con fuerza, claramente amenazante.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2020 ⏰

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