Dicen que el matrimonio es como un puente, uno que pocos deciden cruzar, de tu lado está todo lo que conoces, estás en tu zona de confort, y no hay nada a tu alrededor que pueda interrumpir tu paz. Del otro lado, está una vida en la que ya no estarás sola, estarás acompañada de quien debería ser el hombre de tu vida, sin embargo, por más enamorada que una está, siempre habrá dudas.
Yo ya estaba lista para cruzar ese puente, o al menos eso pensaba. Esta mañana soleada todo el pueblo estaba listo para asistir a la boda más importante de los últimos años, una joven hermosa y de buena familia se casaba con el hombre más guapo de toda la tierra.
Cuando llego al punto donde sería la boda todo estaba hermoso, la ceremonia se celebraría en una calle que se llamaba "la arboleda" y se llamaba así porque alrededor del sendero habían unos árboles que parecían unirse a través de sus copas creando un túnel hermoso de color verde.
El matrimonio efectivamente era un puente, pero en ambos lados había cosas nuevas por descubrir. El temor radica en que uno no sabe exactamente qué es lo que pasará después de cruzar el puente.
Había muchas sillas para los invitados, quienes en su mayoría ya estaban ubicados y cuchicheando entre ellos.
Me paré frente al altar a unos 10 a 15 metros de distancia y allí estaba frente a mí: el hombre que tanto he amado durante tantos años. No sé si ya se había percatado de mi presencia, pero se le veía tan lindo. Estaba sumamente emocionado, y tamborileaba los dedos de sus manos sobre sus muslos como lo hacía cuando se encontraba nervioso. Lo conozco desde que íbamos juntos al jardín de niños, fuimos muy buenos amigos por muchos años, hasta que se tuvo que ir a estudiar al extranjero. Cuando regresó yo no lo podía creer y fui directamente a su encuentro. Desde allí mi amor por él se fortaleció tanto, lo esperaba siempre después de su jornada laboral para darle alguna tarta hecha en casa o algún bocadillo, me dijeron que a los hombres se les conquista por el estómago y realmente funcionó.
Aún recuerdo nuestro primer beso. Caminábamos por la orilla de un río y cuando subimos al puente para cruzar hacia el otro lado, justo en el centro del camino, me detuvo y se puso frente a mí para declararme su amor y sellarlo con un beso. Esa tarde fue la más feliz de mi existencia, y hasta ahora puedo sentir la misma emoción que sentí esa tarde.
Tiempo después, le presenté a mi familia y él me presentó a la suya. Si, avanzábamos rápido. Pero lo bueno era que siempre había entre nosotros un fuerte y bonito amor. Él siempre fue un romántico, no había semana que no me sorprendía con algún ramo de flores o unas cajas de chocolate con mantequilla de maní que él sabía que me volvían loca. Podíamos estar horas juntos, él se recostaba en algún árbol y yo me recostaba en sus piernas, me acariciaba la mejilla para luego jugar con mi cabello, y yo lo único que hacía era observar sus hermosos ojos de color negro como el ónix.
El matrimonio es un puente que realmente es difícil de cruzar, pero sólo los que lo han cruzado saben lo difícil que es, y lo que se necesita para mantenerse estable. Para los que aún no lo hemos hecho, será siempre como una aventura, un desafío y a la vez un pacto.
Las flores blancas que ornamentaban todo el lugar me recordaban la pureza de nuestro amor, y de cómo en tan poco tiempo él se había convertido en la persona más importante para mi vida.
La marcha nupcial empezó a sonar y mi corazón empezó a latir a mil por hora. La novia llegaba en un hermoso carruaje jalado por dos caballos blancos. Bajó llevando un bouquet de rosas rojas, mis favoritas, y pronto se dirigió al altar.
El matrimonio realmente era un puente, pero uno que a mí aun no me tocaba cruzar.
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Esquirlas en el Alma
Short StoryHola a todos!!! Aquí les presento una recopilación de historias cortas que escribo en mi día a día inspirado en imagenes que mis amigos me envían en mis redes sociales. Si alguno de ustedes quiere alguna historia sobre alguna imagen no dude en hacer...