Era un día muy soleado en Barranquilla, Leyla bajó del avión y fue directamente a recoger la pequeña maleta que la acompañaba a sus viajes de trabajo, vestía como siempre que iba a esa clase de viajes con un traje elegante pero ligero, tenía el cabello amarrado en una cola alta y usaba unas gafas de sol sobre el maquillaje retocado que traía puesto. Afortunadamente aún estaba a tiempo para comer algo antes de ir a la charla así que tomó el primer taxi a alguna cafetería cerca. Cuando iba en el taxi se recostó un momento sobre el asiento y sacó el móvil para revisar los últimos correos y sus redes sociales.
Una música que jamás había escuchado, pero que era muy pegajosa empezó sentirse cada vez más audible cuando el taxi avanzaba; Leyla bajó la ventanilla del auto y buscó con la mirada de donde venía la música de ritmo tropical y caribeño. El taxi dio un giro en una curva y la música empezó a sentirse algo lejos. Leyla le pidió al taxista que detuviera el auto y le pagó por el viaje.
Empezó a caminar siguiendo el sonido de la música y llegó hasta una calle cerrada donde, para su sorpresa, cientos de personas estaban en los alrededores de la calle y al centro de la misma, desfilaban unos hombres vestidos de forma extraña: no eran payasos, aunque se veían increíblemente jocosos.
Leyla decidió sacar su móvil nuevamente pero esta vez empezó a tomar fotos, a todo, al carnaval, a las personas, a los hombres vestidos de manera tan peculiar. Cuando Leyla preguntó a un lugareño de qué se trataba, le dijeron que era el carnaval de Barranquilla y que ese personaje era la marimonda.
Leyla se quedó encantada con todo aquello. Empezó a caminar por la acera entre la gente, y vio a uno de los personajes salir del carnaval y bajar su cuerpo hasta tocarse las rodillas con las manos; parecía realmente exhausto. Este hombre se sacó la mascará y empezó a beber agua de una botella; Leyla aprovechó el momento para tomarle una foto con la cámara de su móvil y descubrió que justo antes de lanzar el flash el hombre había volteado.
Leyla bajó rápidamente su móvil y miró hacia otro lado para evitar ser descubierta como si se tratase de algún delito.
Ella siguió caminando siguiendo el carnaval, y descubrió que el ritmo era muy contagioso, en un momento ya estaba moviendo los hombros al ritmo de la música.
Observó con curiosidad la última foto que había tomado con el móvil y descubrió en ella unos hermosos ojos verdes iluminados por el sol intenso de la ciudad.
Caminó un poco más hasta que casi había llegado al final de la calle donde se desarrollaba el carnaval. Justo cuando pensó que ya era hora de marcharse, el tacón de su zapato se atascó en un agujero en la acera y si no fuera porque un hombre la atrapa en sus brazos habría caído al suelo.
Cuando Leyla levanta la mirada se encontró con esos ojos verdes tan intensos que había captado en su cámara.
Una sonrisa tonta apareció en su rotro y sintió sus mejillas enrojecer. El joven que la sostenía en sus brazos también sonrió y la ayudó a levantarse.
Así fue como Darwin y Leyla se conocieron. Después de esa mañana Leyla fue a su charla de trabajo y al salir él la esperaba afuera recostado en su motocicleta con dos cascos en las manos. Leyla arqueó la ceja y después de poner los ojos en blanco se puso el casco y se subió a la motocicleta para ir a tomar un café.
Pasaron horas charlando, hicieron química inmediatamente, y después de unos vinos, despertaron desnudos en la alfombra de la casa de Darwin.
Aquella tarde compartieron números y correos electrónicos para seguir en contacto. Eran personas lo suficientemente grandes para saber lo que estaban haciendo, aunque en realidad su comportamiento sea el de un par de adolescentes.
Leyla tuvo que tomar el vuelo de regreso a Panamá, y por unos meses siguió en contacto con Darwin, con quien tenía una relación a distancia muy estable. Imprimió la foto de Darwin y le llevaba siempre consigo para que la acompañe, y la presumía a sus amigas cada que tenía oportunidad.
Una maldita noche, cuando salía ella del trabajo, antes de tomar el taxi fue asaltada y robaron su movil. Lamentablemente Leyla tenía en ese móvil su cuenta de correo personal el cual no pudo recuperar, y por una tontería de la empresa operadora tampoco pudo recuperar su número móvil. Fue horrible para ella el pasar por eso, y sobre todo porque perdió totalmente el contacto con Darwin.
En el 2001, casi un año después, a Leyla le proponen un nuevo viaje a Barranquilla, para una nueva charla, justo en la misma época de carnaval.
La emoción desbordaba de la mujer que ahora un poco más tranquila, sabía que podía encontrar al amor de su vida.
Inmediatamente después de bajar del avión le pidió al taxista que la lleve hasta el carnaval, y al llegar, se propuso buscar a Darwin en medio de toda la algarabía.
Paseaba con sus tacones altos y sus lentes oscuros buscando, estirando el cuello por si alcanzaba a verlo, pero nada.
Pronto el día había acabado y ella no había tenido suerte en encontrar a Darwin. Un poco decepcionada, entra al hotel donde se hospedaría y después de dejar sus cosas allí salió a seguir caminando.
Tomó su nuevo móvil y empezó a tomar fotos de la ciudad. Con la esperanza de que en alguna de ellas, se encuentre con los ojos verdes de los que hasta ahora estaba enamorada.
Decidió entrar en un supermercado a comprar una bebida, caminó por los pasillos buscando algo refrescante e iba tan distraída que no pudo notar los avisos de piso mojado, evidentemente resbaló y unos brazos evitaron su caída, sonrió ahora con un poco de jocosidad al tomar en cuenta que era la segunda vez que visitaba Barranquilla y alguien evitaba su caída. Para su sorpresa, el hombre que la sostenía en brazos tenía los mismos ojos verdes que la fotografía que aún estaba en la cartera de Leyla. Sus ojos brillaron de emoción cuando se puso de pie y cuando estaba a punto de lanzarse a sus brazos: una niña llegó corriendo diciendo en algo que parecía un canto: "papi, papi". Una mujer de aspecto juvenil se acercó y lo tomó de la mano como reclamándolo y permaneció a su lado; le preguntó a Leyla si estaba bien, pero ella sólo asintió con la cabeza. No hubo palabras, sólo un sepulcral silencio tan doloroso, que sólo atino a darse la vuelta, y regresar al hotel...
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Esquirlas en el Alma
Short StoryHola a todos!!! Aquí les presento una recopilación de historias cortas que escribo en mi día a día inspirado en imagenes que mis amigos me envían en mis redes sociales. Si alguno de ustedes quiere alguna historia sobre alguna imagen no dude en hacer...