Sonreía, ella sonreía coqueta, sonreía coqueta y tan...
Tan sutil. Tan natural.
La primera impresión que tuve fue mala. O eso creí. No sabía muy bien si estaba celosa. No la noté, completamente, hasta que acabó la fiesta.
Todas tomamos más de lo planeado.
Estaba segura que no sería un problema echarle una mirada.
Maldita sea yo en ese momento.
Maldita sea la hora en la que el alcohol y el delirio jugaron en mi contra al posar mis ojos en ella.
Era preciosa, era una perra tan preciosa.
Su cabello, en ese ángulo, se veía tan radiante. Su voz era como una melodía gruesa a comparación de todas las anteriores que habré escuchado en mi vida. El color de su piel era perfecto, el bronceado le quedaba tan bien, tan sutil, tan... perfecto.
Era preciosa, maldita sea.
¿Ya había dicho lo preciosa que era?
No recuerdo los rasgos exactos de su tierno rostro, podría decir que al minuto que separaba mis ojos de su bella existencia olvidaba su aspecto, olvidaba todo.
Aun cuando quise recordarla, me fue imposible. Pero sentía que mi corazón sabía que ella era, que ella sería la primera en todo el mundo a la que por fin amaría.
ESTÁS LEYENDO
Aveces me inspiro
SonstigesSupongo que son.. No sé que son. En mi mente aparecen y si no las escribo, se pierden por el aire.