Cap 5. Regreso en el tiempo

252 23 10
                                    

Desperté sobresaltado y con el pulso acelerado, su nombre aún quemaba mis labios con un extraño deseo, algo tan irrelevante como nuevo para mí; tan total y completamente inverosímil que la simple idea de que pudiera llegar a ser cierta se bloqueó de mí ser consciente por completo. Aunque no podía negar el pánico que había sentido al verla alejarse de mi lado para enfrentarse a las monstruosidades de la Arena, tampoco podía aceptar que el fiero deseo que me embargó de rodearla entre mis brazos y protegerla de todo fuese algo más que el cariño que le tenía por ser la hermana pequeña de mi mejor amigo.

No es que ella tuviera algo en especial, ni que lo fuera en ningún sentido aparte de lo obvio, tal vez simplemente se debía a que, al ser hijo único, jamás había experimentado el deseo fraternal de querer proteger a la sangre que corría por mis venas. Era bien sabido que mi padre y mi madre se hallaban bastante satisfechos con solo un hijo, a pesar de que cuando era más joven le había suplicado a madre que me diese un hermanito; alguien con quien compartir mis juguetes, juegos y demás estrafalarias ideas. Ella, por supuesto, se había negado alegando que después me arrepentiría de habérselo pedido, aunque al parecer el destino me tenía planeado algo diferente, puesto que poco después de aquel incidente conocí a Nate y jamás, jamás, me arrepentiré de aquel día en el que me lo topé en los corredores del colegio.

Flashback

Era el primer día de clase, la escuela era obligatoria para todo niño mayor de cuatro años y el faltar a la norma traía severos castigos. En ella se trataba de enseñar a los menores los diferentes oficios que ofrecía el Distrito y un poco de lo que denominaban “Historia de los Distritos” que más bien debería haberse llamado “Porque los Distritos perdieron ante el Capitolio durante Los Días Oscuros” o “La benevolencia del Capitolio que perdonó a los sucios Traidores que trataron de desafiarlo y aniquiló a aquellos que no pudieron ser salvados” pero bueno, Historia de los Distritos se escucha mejor, al menos para ellos.

Tenía seis años y era mi primer curso oficial, mis padres se habían saltado la norma “oficial” del colegio alegando que yo era un niño muy débil como para asistir, sin embargo; cuando comenzó a hacerse evidente que mi salud era mejor que la mayoría de los infantes de mi distrito... bueno, no es como si tuviera otra opción más que ser enviado a aquel lugar de tortura que tanto aborrecía.

Me había perdido a propósito tratando de matar un poco el tiempo de mi primera clase: “La Ciencia de la Pesca” cuando inesperadamente fui derribado por un niño de rizado cabello oscuro y piel anormalmente blanca. Rodamos un poco por el arenoso piso del pasillo, entrelazando nuestras extremidades en un fraudulento intento de zafarnos uno del otro. Estaba tan sorprendido por la repentina agresión que no pude hacer otra cosa que lanzar un enfurecido grito, algo muy parecido al “Hey” contra mi atacante y esperar a que ambos nos calmásemos para al fin poder separar los esponjosos lazos que nos unían.

Cuando al fin pude zafarme de su agarre, ambos nos enderezamos lo más que pudimos proyectando idénticas caras de dolor que en algún otro momento podrían haberme provocado un ataque de risa, aunque con sinceridad el prominente chipote que se me iba formando en la barbilla me impedía pensar con claridad. Respiré lentamente y le compuse mi mejor cara de “corre o te asesino” cuando sus ojos miel totalmente cargados de culpa llamaron mi atención. El desconocido aún se hallaba frente a mí, se había acercado y con una expresión de total abatimiento levantaba mis cosas del suelo murmurando disculpas; la escena era tan extraña que no pude hacer otra cosa que pensar: -Demonios, ojos de foca famélica no- plantarme en el lugar donde me había quedado y soltar una carcajada que seguramente resonó por toda la escuela, provocando que la maestra del salón más cercano saliera hecha una fiera y, tras darnos una buena paliza, nos mandó a nuestras respectivas aulas.

Aún mantenía una risa floja, provocando ligeras muecas de dolor en mi rostro, cuando el chico me tomó por el hombro, observándome de aquella forma que con el tiempo aprendí a reconocer en él, una extraña mezcla de admiración, cautela y una chispa de aterradora inteligencia combinada con la mirada de foca famélica que anteriormente le había visto; me miraba fijamente perforándome con una franqueza abrumadora en unos ojos del color del polen derretido. –Lo siento- me dijo otra vez, ofreciéndome la mochila que mi madre había fabricado especialmente para ese día: -por mi culpa te han regañado a ti también-.

No le respondí enseguida, lo observe durante unos segundos más apreciando como la ansiedad comenzaba a corroerlo y, antes de que las lágrimas o alguna cosa peor aparecieran en acción, sonreí ampliamente y, dándole unas pequeñas palmadas en la espalda le replique: -¿pero de qué demonios estás hablando?- mi sonrisa se ensanchó más ante su mirada perpleja, volviendo a las carcajadas flojas y comenzando a caminar nuevamente volví a decirle: -No tienes por qué disculparte de nada, esa vieja arpía está loca- me encogí de hombros y me alejé hacia donde creía que estaba en el salón: -Por cierto, mi nombre es Odair, Finnick Odair- el chico me miró y compuso lo que yo podría definir como “la sonrisa problemática” antes de responder : -Un gusto Odair, yo soy Nathaniel Cresta y estas yendo al lado equivocado de la  escuela- se dio la vuelta y me hizo un pequeño gesto con la cabeza, indicándome a que lo siguiera. Miré su espalda con una pequeña mueca de fastidio y, después de suspirar teatralmente, me acerque con paso rápido y, tomándolo por sorpresa, le revolví sus oscuros rizos, pasando uno de mis brazos por sus hombros y levantando mi mochila exclame: -Muy gracioso enano Cresta, entonces guíame hasta el salón y larguémonos de una vez de aquí-.

Y ese fue el primer día de nuestra amistad, una amistad que duraría tanto tiempo como nuestro aliento, y que después sería la única ancla que me mantendría atado a la realidad.

Fin del Flashback

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Y aquí acaba este capítulo, lamento que sea tan corto, pero tenía que escribir esto antes de seguir xDDD Les quiero agradecer a todas ustedes, mis amigas y lectoras por no rendirse con esta historia y seguir comentando. De verdad les pido una sincera disculpa por todo el tiempo que les hice esperar, 10 meses ni mas ni menos, se que ninguna razón podrá sonar más que una excusa pero de verdad les agradezco seguir aquí con Finnick, Annie y conmigo.

Mención especial a ustedes:

i_love_books22

luceroalmeraz98

Andrea2431

PSinsajo7

CarmenOrdoezTachica

trini_fogar

sayuriminamoto

albafp

RaquelJuarezVences

AnitaGupi

Kendrarivera

chanchita09

gracias a ustedes esta historia sigue escribiéndose :), espero que les guste aunque no sea tan largo como se lo merecen. No olviden dejarme comentarios y estrellitas porque me interesa mucho saber su opinión, si la inspiración me lo permite (xD) espero poder darles otra pequeña sorpresa. Recuerden: May the odds be ever in your Favor!!! y nos vemos en el siguente capítulo

Las quiere

Lily

Solo un juego masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora