Cap1. Dulce inocencia

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Todo comenzo así. Era una mañana soleada y mis padres me mandaron con mi hermano por un poco de pescado a la playa, en mi Distrito es un delito pescar y tomar lo que ganas para comer, todo debe ir directo al Capitolio y lo único que nos dejan es aquello que no pasa su prueba de calidad o aquello que en su opinión ya no tiene un buen sabor. Mas mi familia piensa que eso no es correcto, es por eso que cada mañana escogemos la zona en la que no hay pescadores y tomamos unos cuantos pescados para comer, adentrandonos en el mar.

Mi hermano lleva su tridente y yo llevo las redes. Soy la mejor nadadora de la familia, por lo que normalmente me adentro a mayor profundidad y espero a que caigan en mi trampa. Casi siempre obtenemos cinco o seis peces, podríamos conseguir más pero no queremos llamar la atención de los demás; por lo que normalmente solo nos llevamos uno por cada miembro de mi familia.

Yo soy la menor, tengo apenas 10 años y soy la única que heredó los ojos verdes de mi madre. Mi hermana mayor tiene ya 16 años y mi hermano tiene solo dos mas que yo; se acerca la cosecha y sabemos que este es mi último año libre de esos horribles juegos. Por fin hemos llegado al mar y noto como una sonrisa se dibuja en mis labios, puede que sea normal para nosotros ver su azulada extensión, ya que somos el único distrito en Panem que tiene acceso al mar, mas no puedo evitar emocionarme cada día al escuchar las olas romper contra la blanca playa.

Sin perder el tiempo vamos hasta la orilla y nos quitamos la ropa extra. Tomo mis redes y le sonrío a mi hermano como todas las mañanas, el me dice su tradicional "cuídate" y yo me meto entre la espuma hasta mi lugar tradicional de pesca. Es de esperarse que después de cinco años los peces ya deberían haber aprendido a evitar ese lugar, pero cada vez que regreso siempre obtengo una buena pesca. Este día no es diferente que los demás y me sorprende descubrir que consigo mas de lo que espero. Miro mis redes y sonrío al ver cinco gordas truchas atrapadas entre las cuerdas. Salgo corriendo de las aguas y encuentro a mi hermano en su lugar de costumbre.

-¿Como te ha ido Annie?-

Pregunta, sonriendome con todo su ser igual que siempre. Yo lo miro y levanto eufórica mi presa mientras que el frunce el ceño y me mira preocupado.

-Atrapaste cinco, yo tengo mis tres de costumbre, padre nos reñirá si regresamos con mas a casa...-

Lo noto pensativo y se que algo pasa por su mente, ruego porque no sea lo que espero y mi corazón da un salto cuando lo oigo decir:

-Será mejor que vayamos donde los Odair, a lo mejor logro hacer que el padre de Finnick me compre el resto-.

Yo suspiro derrotada, los Odair son una de las mejores familias de pescadores del Distrito y su único hijo, Finnick, es el chico más popular de mi escuela y el mejor amigo de Nate, mi hermano. No se porqué el me pone tan nerviosa, casi nunca hablamos y siempre que me ve sonríe amablemente; mas el echo de saber que Clarissa, mi hermana mayor, y casi la mitad de las niñas del instituto están enamoradas de el no me hace tenerlo en buena estima. Pero Nate lo aprecia y su padre siempre nos compra el sobrante, por lo que no puedo quejarme de él.

Llegamos a su casa, que es exactamente igual que la mayoría de las del Distrito, el sol ya está muy alto y sabemos que su padre estará en casa, por lo que tocamos a la puerta y casi enseguida somos atendidos por la figura alta y musculosa del señor Odair, que nos mira sonriente.

-Vaya vaya, pero si son los pequeños Nathaniel y Annie Cresta, ¿Que los traé por aquí?- pregunta, moviendo su espesa barba al hablar.

-Buenas tardes señor Odair- responde Nate, mirandolo a los ojos y mostrándole el pescado rápidamente. -Venimos a hacer negocios con usted-.

-Ya veo- responde, mirándo a ambos lados y rascándose la barbilla. -Pués miren chicos no lo se, hoy la pesca ha ido bien y no necesito sobrante, ¿ya preguntaron en el mercado?-.

Nate está a punto de explicarle que no podemos venderlo en el mercado ya que nuestro padre no tiene licencia de pescador cuando es interrumpido por otra voz más suave, aunque indiscutiblemente masculina.

-¿Qué pasa aquí?-.

Finnick viene del cuarto de atrás y solo lleva unos pantaloncillos cortos, no puedo evitar sonrojarme ya que no es usual para mi ver a un chico así, mas la suerte me sonríe y noto como el lo ignora al estar más concentrado en su padre.

-Padre, ¿que pasa?- mira a la puerta y sonríe -oh Nataniel ¿que haces aquí?- pregunta curioso, mirando a Nate, a su padre y, al último fija su mirada en mí. -Y ha venido la pequeña Annie también, ¿porque no pasan?- me sonrie ampliamente y yo le devuelvo el gesto, rodando los ojos. Miro a mi hermano y el niega con la cabeza, le sonrie a Finnick y con un gesto casi apenado responde:

-Me gustaría pero hemos venido a vender unos pescados que nos sobraron, mas tu padre dice que no puede comprarnoslos-.

Nate termina con un tono tan triste y con una mirada tan suplicante que si hubiera sido yo la compradora se los hubiera pedido sin demora alguna. Noto como Finnick y su padre lo miran inseguros y comparten una mirada cómplice, sonrio para mis adentros ya que se que mi hermano los ha convencido y que no tardarán en aceptar.

-Bueno podríamos hacer una exepción por esta vez, ¿no padre?, tu siempre dices que es mejor que sobre a que falte- el chico se ha unido a la lucha y esta vez no puedo evitar dibujar la amplia sonrisa que se produce al escuchar suspirar al señor Odair.

-Esta bien, comprare los pescados-

Los tres lo miramos agradecidos y le damos los que Nate pesco, nos despedimos de la familia con unas cuantas monedas más en el bolsillo y nos damos la vuelta dispuestos a irnos cuando nuevamente la voz de Finnick nos detiene.

-Nos vemos mañana Nate, recuerda que debes estar presentable-

Mi hermano ríe y rueda los ojos, volteando a ver a su mejor amigo.

-Igual tu, Odair-

Los miro confundida por sus bromas ya que mañana es día de cosecha, mas mi hermana una vez me dijo que la única alternativa que nos quedaba aparte de bromear es ponerse a temblar por lo horrible de la situación. Ya estoy acostumbrada al humor de esos dos, por lo que comienzo a caminar enojada y noto que alguien grita a mis espaldas.

-Nos vemos luego Annie-

Es la voz de Finnick, la cual me sorprende y me hace parar unos segundos, ya que es la primera vez que se despide de mi. Aún dándole la espalda levanto mi mano en señal de saludo y salgo corriendo con el sonido de su risa persiguiéndome. Noto como Nate me alcanza después de unos segundos y me mira sonriente, con la respiración acelerada por la carrera.

Caminamos en silencio hasta la puerta de la casa y antes de entrar el me cierra el paso y sonriendo me dice.

-Se ha despedido de ti-

Yo lo miro y ruedo los ojos, enojada.

-No es que me importe mucho, pero no se lo digas a Rissa porque se enojará conmigo-

El me sonríe satisfecho y lo empujo a la casa, donde la voz de nuestra madre nos recibe y con ella un sentimiento cálido invade mi corazón.

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Bueno aquí acaba el primer capítulo, espero que les haya gustado y me dejen conocer sus opiniones que a mi me gusta mucho saber lo que piensan :) 

Intentaré subir el próximo lo mas rápido posible, será corto pero con una gran importancia para la historia C: 

Nos estamos leyendo y no se les olvide comentar, que me dan ánimos para seguir escribiendo. Tengan un buen día y que la suerte esté siempre de su parte :D.

Personajes y ambientación creados por S. Collins de "La Saga de los Distritos". Historia creada por A. Kamelot en un día nublado pensando en la historia de nuestros protagonistas, espero que la disfruten C:.

Solo un juego masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora