Cap 7. Deja que corra la Lluvia

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Y seguiré luchando por la libertad...

FINNICK

Salgo de la cabina que me han asignado y me acerco a Tledius, que me mira con la boca abierta y una expresión indefinible, cuesta saber si está enojado, sorprendido o francamente decepcionado. Sé que esperaba más de mi de lo que le estoy dando en este momento, pero de ninguna forma lo dejaré moldearme y redefinirme, hacerme algo de lo que me avergonzaría y lamentaría en cualquier futuro cercano. Le sonrío de lado y lo reto arqueando mi ceja, esperando que dé la orden que sabe que no puede emitir, puesto que ya estamos demasiado cerca del Capitolio para que me mande de regreso al camerino, demasiado cerca de nuestros destinos como para arrepentirnos de nuestras elecciones. Lo único que nuestro acompañante llega a hacer es cerrar la boca y componer su expresión, deleitándome aún más ya que sé muy bien que sigue enojado conmigo, pero que por el bien de su puesto debe tragárselo y hacer como si todo este pequeño teatro hubiese sido su idea, o la de nuestro mentor desaparecido. No sé dónde podrá andar, ni quien será nuestro mentor este año; lo único que sé es que Amelya me mira con una educada parodia de la cara que seguramente pondría mi madre si me viera ahora, con sus adorables ojos de avellana abiertos con total admiración, sin nada de culpa, y una pequeña sonrisa que poco a poco se va formando en sus delicados labios. Sabe lo que estoy a punto de hacer y ha aprobado mi idea, ganándose así mi total y absoluta confianza y respeto, así como mi aprobación con respecto al corazón de mi mejor amigo.

El tren comienza a disminuir su apresurada marcha, dejándonos a la vista los innumerables y hermosos edificios del Capitolio, con sus blancas paredes resplandeciendo ante el Sol de la mañana, como joyas preciosas que esconden una trampa, o la bella piel de las serpientes venenosas que te matan con una sola mordida. Noto como un sudor frío comienza a deslizarse por mi cuello, no sé ni entiendo por qué el pánico comienza a atenazarme ahora, mis manos se están tornando heladas y mi cuerpo comienza a temblar ligeramente cuando la primera oleada de personas logran entreverse a lo lejos. Me repito una y otra vez que es demasiado tarde para arrepentirme, que he tomado mi decisión y que sé que es tan buena que todos los de mi distrito la apoyarán, o al menos, la comprenderán; me lo han dicho los ojos de la chica que tengo al lado, la misma chica que momentos antes se mostraba tan segura en su delicado vestido del color del mar, y que ahora tiembla aún más perceptiblemente que yo, con sus vidriosos ojos clavados en las personas que gritan ante nuestra presencia y que se volverán locas de éxtasis con nuestras muertes.

Y es eso, justamente eso lo que me hace decidirme, ver la fragilidad tan expuesta en un rostro tan inocente, tan amable que está a punto de romperse, de quebrarse en mil pedazos como toda mi alma y decencia. Sin esperar la aprobación de ninguno de los adultos que nos rodean tomo a Amy de la mano y la acerco a mí, rodeándola por la cintura con una sonrisa de complicidad dibujada en mis labios, susurrándole por debajo de sus espesos risos castaños: -No te preocupes, te tengo- aferrándome a ella tanto como ella se aferra a mí, creando en ese instante la alianza que probablemente salvará nuestras vidas. Llegamos ante los espectadores del novedoso coliseo romano, aquellos que se emocionan con el pan y el circo que les da nuestro gobierno, y yo les muestro lo que desean; un verdadero espectáculo.

Pero tengo la piel elástica, al igual que mi corazón

ANNIE

Hoy es el día, me levanto apresuradamente y casi salgo en el delgado camisón que mi hermana me ha regalado para pasar las calurosas noches de este verano, tan caliente que no entiendo porque sigo congelándome cada que voy a la cama. El cambiarme parece una tortura, así como arreglar un poco la desordenada mata de cabello que me cae por todos lados, enredándose frente a mis ojos y haciéndome aún más difícil mi trabajo, el cual ya es entorpecido por el violento temblor de mis manos y de, en general, todo mi cuerpo. Sé que no soy la única que se encuentra en este estado, Clarissa no se ve por ninguna parte y Nate lleva encerrado desde la noche pasada, sin comer y probablemente sin dormir, dejando a todos con malas noches a causa de los gritos que siempre nos despiertan a mitad de la madrugada.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2015 ⏰

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