2. Soy un brujo

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—¿¡Qué coño eres!? ¿¡Cómo!?

La pequeña figura del gato se transformó en la de un hombre al estamparse con la pared.

—Soy un brujo.

—Ah...Haha... —La chica rió tirándose de los pelos, en pura decadencia—. Metánme en un manicomio de una vez porque definitivamente estoy mal de la cabeza.

—Bueno, eso no te lo voy a negar. —El que antes era un gato se sacudió la ropa, vieja y sucia.

—Venga, cuál es el truco.

—Truco de qué.

—Que cómo lo has hecho.

—Magia. —Movió las manos, como haciendo un arcoiris.

—¿En serio te crees que me voy a tragar esa mierda?

—Es la verdad, que me creas o no me importa poco. Por muchachas como tú me tengo que dedicar a hacer TRUCOS DE MAGIA, nunca pensé que caería tan bajo. La vida para los brujos es chunga ahí fuera.

—No te quejes, que yo trabajé sujetando letreros.

—Pero yo era uno de los grandes, sabes. Tú eres una vaga sin estudios.

—¿Cómo...?

—También leo el futuro. —En realidad se lo acababa de marcar.

Quedó en silencio unos momentos, en los que se dedicó a observarle con detenimiento. Parecía un vagabundo... Pero debía de admitir que estaba bueno.

—Bueno, me largo.

—¡No! Espera.

—¿Qué?

—Que yo también quiero.

—¿Que tú también quieres el qué?

—Pues ser un gato.

—¿Qué? ¡Hah! Qué estúpida... Dejar toda tu vida atrás...

—Yo por mí que me despidan también de la vida porque no valgo ni para respirar.

El pelirrojo alzó una ceja, incrédulo.

—Bueno, está bien, pero luego no me vengas lloriqueando.

La perra vida de un gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora