1. Miau

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A falta de amigos y familia... buenos son gatos. Así que Miriam levantó a uno que se encontró en un callejón, y le empezó a contar su vida. 

—Me quiero morir.

—Miau.

—¿Sabes lo que me ha pasado? ¿LO SABES? No, por supuesto que no lo sabes. Me han despedido. OTRA VEZ. ¿Sabes lo que hacía? ¿Lo sabes? No, claro que no. Limpiar cristales. LIMPIAR PUTOS CRISTALES. QUÉ CIENCIA TIENE ESO. 

Empezó a agitar al felino, y la gente de la calle se apartó, asustada por su actitud tan violenta. Entonces, se calmó de repente y empezó a llorar.

—Aaah... —Se arrodilló en el suelo—. Encima ese estúpido de Javier... Que no trabajo, DICE... Que estoy siempre con el móvil... Solo lo saque una vez, ¡UNA! para mirar la hora. Sus muertos, JODER. COMO LE PILLE... UF... Me cabree tanto que me cargué la puta ventana, ahora tengo una multa que no sé cómo coño voy a pagar pero me importa una mierda, y lo a gusto que me quedé ¿QUÉ? 

—Miau.

—Claro, si eres un gato, qué vas a hacer. Pues maullar. Qué fácil lo tienes tú, hijo de puta. Ojalá yo pudiese estar durmiendo las 24 horas, sin hacer una puta mierda. 

—Disculpe señorita, pero primero de todo no estaba maullando, solo estaba diciendo "Miau". Y mi vida no es tan fácil como usted dice, lo de que duermo 24 horas es una total exageración. Mi culpa no es que sea una inútil, así que si deja de agitarme e insultarme sin motivo aparente pues lo agradecería. Lo cierto es que me importa más encontrar algo de cena que sus problemas, así que, si me disculpa... 

—QUÉ COJONES.

La mujer, asustada, lanzó al gato contra la pared. 

La perra vida de un gato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora