“Vas a tenerme ahí, siempre.
A pesar de todo.
Aunque ya no hablemos.
Vas a tenerme ahí.
Aún con el paso de los años y la espina de los daños.
Aunque sea la última persona a la que recurrirías.
Vas a tenerme ahí.
Me necesites a las dos de la mañana o a las cuatro de la tarde.
Ya sea para hablar, llorar, un consejo, un par de cervezas y unas risas o simplemente a alguien que te escuche.
Vas a tenerme ahí.
No te prometo solucionar tus problemas pero sí sacarte una sonrisa.
Y si tu mundo se derrumba sobre tu cabeza, te ayudo a sujetarlo o te traigo al mío.
Vas a tenerme ahí.
Quieras o no.
Porque yo me alejo, pero jamás abandono.
Así que vas a tenerme ahí, siempre.”