Capítulo 4.

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Un corazón en forma de dos.

Dos almas en forma de una.

Amor, amor... ¿Dónde estás?

Amor, amor, voy a encontrarte.

—Canción popular



Se dejó hacer en los brazos de Steve, disfrutando del calor que su gran cuerpo le brindaba. Pegó el oído al pecho y contó los latidos. Tony amaba eso, el retumbar de su vida. Escuchar el amor... Anthony no creía que hubiese algo mejor que eso.

—Me alegra que todo vuelva a ser como antes. —Steve besó sus sienes.

—Siempre será de esta manera —prometió incluso cuando sabía que no tenía el poder de hacer eso.

Un minuto después volvieron a caminar en aquel viejo parque y de aspecto tétrico, el viento soplaba con brío, y ambos se miraron como buscando saberse reencontrados. Tony no pudo evitar reír.

—No es nuestra primera vida juntos —señaló Steve—, han buscado separarnos desde el principio de los tiempos.

Lo tomó de la mano, la voz le tembló al final.

—Han fracasado hasta ahora, amor... —Dejó la última palabra en el aire, y el ambiente se tensó.

Sintió que había cometido un error, aún no era tiempo, era una palabra que insinuaba cosas descomunales. Y un nudo se atoró en su garganta.

Steve lo abrazó y enterró la nariz en la curva de su cuello, aspiró profundo y Tony percibió una sonrisa queda.

—Amor —repitió con parsimonia—, amor. Tengo miedo.

Tony también lo tenía. 

Ojos eternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora