Capítulo 7

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De la playa nos fuimos al hospital; necesitaban hacerme un estudio general para saber si yo me encontraba bien, eso era lo malo de estar en casa, igual tenía que volver igual al hospital. 

Yo sabía mi estado, eran mis últimos días ¿pero qué más dá? estaba consciente de todo, la verdad nada estaba en orden. Por otro lado quería que mi mejor amiga Jeisy conociera a Bill, ya que es una gran admiradora.

Luego de mi revisión fuimos dónde ella, estuvimos un tiempo acompañándola, Bill era el ser más humilde que había conocido, tenía la cualidad de ser gracioso,  no importaba si no lo conocías profundamente, él te daba esa confianza para hacer lo que sea al lado de él.

No pasó mucho cuando nos fuimos a un restaurante, cuando entré estaba todo oscuro, pero luego escuche un grande ¡SORPRESA! Y woow, estaba toda mi familia, amigos ahí, yo por suert vestía mi ropa nueva, me veía muy hermosa, ¿saben porque lo sé? Bueno, no porque papá o mamá me lo dijeron, sino porque Bill me lo dijo y fue...awww un sueño. 

Después de comer algunos bocadillos por mi parte, ya que Bill tenía vacía la mesa de pasteles, y tenía puesto en la mira la mesa de golosinas...diciendo ¡Voy por ti! Ese chico no se cansa de comer dulces, bueno, como decía, pude disfrutar al máximo la fiesta con todos mis seres queridos, abrir todos mis regalos y comer mí pastel favorito (que por cierto Bill se comió... ¡Casi cuatro trozos!)

Bueno, él quería entregarme su regalo de cumpleaños en un lugar más privado, dijo que sería emotivo, pero yo ni idea tengo de que fuera, solo accedí a ir al parque... ¡pero no sabía que ese parque era taaan lejano! llegamos a un acuario, al parecer estaba totalmente reservado para nosotros, en mi mente solo podía pensar que era un chico increíblemente tierno.

Bueno, te preguntaras porque estamos acá, yo también me lo preguntaría, sobre todo a esta hora, pero quiero hacerte la entrega de mi regalo... -—mi corazón latía tan fuerte como si estuviera en una carrera y el premio era pasar otro día con Bill, mis manos sudaban y no podía quedarme quieta.

—Sí, quizá me lo pregunté, ya que... es de noche, pero... —estaba nerviosa y no sabía responder algo coherente. 

Me dijeron lo mucho que te gustan los delfines, así que... —detrás de él cayó al suelo una gran cortina que cubría un hermoso delfín dentro del estanque—. Sé que no es un gran regalo, pero sé que te gustará  —yo sólo reaccioné a abrazarlo, si no había escuchado bien el chico, amor de mi vida y de mis sueños me estaba regalando un delfín y no cualquier delfín, porque en el estanque decía claramente que se llamaba Billy.

Muchas gracias  —dije emocionada, con la voz casi inaudible. Él sólo me abrazó más fuerte.

Quizá te preguntes a dónde te llevarás este gran animal, porque en tu casa no hay espacio para un delfín, y en el hospital...bueno ahí no te dejarían —sonreí, no había pensado en eso—. Lo puedes dejar acá, podrás venir las veces que tú quieras, es todo tuyo, lo puedes alimentar y sobre todo cuidar, se llama Billy, para que así me recuerdes por siempre...

Eres muy dulce, gracias... —dije al borde de las lágrimas de emoción. No alcancé a decir nada más porque llegó un mesero que nos llevo a una mesa que se encontraba frente al delfín, sirvió dos platos con comida y dos vasos con bebida, después de sentarnos él se pudo retirar—.  ¿Y todo esto?

Quiero que te sientas especial, que sepas que eres importante para mí, Amanda, no solo eres una de mis fans que tanto adoro, si no que eres una gran chica, valiente, hermosa, que me ha entregado tantas sonrisas y buenos momentos en tan solo un día —sus ojos estaban humedecidos, al igual que los míos ¿Quién no se emociona con palabras tan lindas? 

Bill Kaulitz, eres un tierno, cada vez estoy más contenta con mi deseo, sólo espero que tú me recuerdes, que no sea para ti un simple día, ya que eres lo que en este momento me está sosteniendo... —sus ojos se cerraron con fuerza y luego los abrió; estaban rojizos, vidriosos y humedecidos, en cualquier momento lloraría.

Créeme que no será así, prometo que volveré a verte —levantó la copa con jugo y yo la mía, haciendo un salud y probablemente consolidando una promesa, promesa que él no quebraría.

Luego dejé mi copa sobre la mesa y busqué la tarjeta Micro SD que tenía guardaba en mi bolso de mano; era importante darle eso. Una vez que la encontré, se lo extendí y él me quedó mirando sin mover ni una parte de su cuerpo.

—¿Y eso? ¿Qué es?  —Preguntó pensativo, sin entender. 

La historia que con la que gané un premio, la historia que se trata de ti —me ruboricé sin poder evitarlo—. A pesar de que dice sólo cursilerías la quiero compartir contigo, para cuando tengas un tiempo libre y la puedas disfrutar tanto como yo disfruté escribirla —él asintió mientras tomaba la tarjeta Micro SD entre sus manos con mucho entusiasmo para luego guardarla en su bolsillo. Respiré aliviada, esa historia iba a estar segura en sus manos. 

Sueño CumplidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora