Capítulo 3.- Miércoles

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Encontrar aquella "cosa" había sido el descubrimiento del día más extraño y a la vez más molesto que hubiese tenido la desgracia de encontrar. Algunas veces, detestaba el tener tan buena visión periférica, el darse cuenta de algunas cosas simplemente no quería verlas, eran detalles tan molestos que prefería pasarlos por alto.

Y es que mantener su vista concentrada en la cercanía de aquel peliverde tsundere y en todas sus pertenencias, era muy común en él, era casi como un guardián que destruía sus Lucky Ítem a costa de cuidar todo lo demás, por eso es que siempre podía ver con demasiada claridad, como muchas chicas ponían sus bonitos ojos maquillados sobre aquel chico de lentes.

Es por eso que cuando fue el cambio de la segunda a la tercera hora, pudo ver como una de las chicas se acercaba con mucha cautela hacia el asiento que estaba detrás de él, pensando que nadie la vería. Al comienzo imaginó que sacaría algo de la maleta de su compañero cuando en lugar de eso, la encontró metiendo de forma discreta un bonito sobre de color violeta antes de darse la vuelta y desaparecer.

Sin girarse siquiera, solo levantó ambas cejas.

Una carta de amor. ¿Eh? ─ e iba a dejarla en dónde estaba pero ciertamente comenzó a carcomer su curiosidad. Por eso es que se giró en su asiento, lentamente y pudo ver aquel sobre violeta entre las cosas de su compañero.

Entrecerró los ojos un poco y puso especial atención hacia sus alrededores. Nadie le miraba, así que con una delicadeza nada propia de él, tomó la esquina de aquel sobre y fue sacándolo lentamente de entre las pertenencias del peliverde para después, tomarlo entre sus manos.

Lo observó un momento, se notaba que dentro había una carta -y era extensa, ya que el sobre se veía algo regordete- y después lo giró para ver si tenía algo escrito, pero no encontró nada que quitase su curiosidad. Siguió examinando el sobre hasta que escuchó que le llamaban. Parpadeó al no percatarse de que el peliverde ya estaba frente a él.

─ ¿Que es eso? ─ Takao levantó la mirada grisácea para verse con esos ojos verdes que le inspeccionaban. Ahora tenía dos caminos a elegir. Decir la verdad y recibir el grito del siglo por andar rebuscando -otra vez- entre sus cosas o mentirle al decirle que esa carta se la habían dado a él.

─ Una carta de una chica. ─ dijo con obviedad y la mostró ahora con esa sonrisa pícara. ─ Me la he encontrado entre mis cosas, así que imagino que es para mi. ─ la guardó ahora entre uno de sus libros de su maleta y la cerró bajo la mirada analítica del peliverde. Parecía que no le creyó del todo, pero no le cuestionó.

Las clases continuaron lentamente, Takao se quejaba cada cierto tiempo de que quería salir ya, no tendrían entrenamiento pero sentía que tenía unas ganas enormes de irse a casa a descansar, de hecho había olvidado por ese tiempo, aquel sobre que había robado de las pertenencias del peliverde hasta que al llegar a casa, abrió su maleta y sacó el libro.

El sobre se deslizó para caer a sus pies. Takao lo miró desde su altura y parpadeó, luego simplemente apretó los labios. Dejó el libro en el escritorio y se agachó a tomar el sobre para ir hacia su cama, echándose ahí mientras lo volví a revisar con la curiosidad de abrirlo.

─ Aunque si lo abro, es una falta de respeto... ─ le dio la vuelta y vio la solapa. ─ Pero nadie se va a enterar, ¿verdad? ─ sonrió cuando comenzó a despegar el sobre para abrirlo lentamente y poder descubrir un par de hojas de color lila muy tenue, perfectamente dobladas en su interior, un aroma frutal le impregnó la nariz y levantó las cejas un tanto intrigado.

Midorima-san, muy buen día tenga.

Me atrevo a escribir estas líneas para poder decirle que usted es una persona sumamente atrayente, tiene una personalidad amable y cariñosa, sumamente educado que nunca le faltaría el respeto a nadie. Sé perfectamente que usted es todo un caballero, y nunca sería capaz de lastimar a alguien de forma intencional...

Olor a ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora