Si es que estaba en una especie de limbo entonces, ¿Cómo había llegado hasta ahí? No recordaba su muerte, no recordaba nada que pudiera decirle cómo demonios había terminado en ese lugar. Era extraño, la familiaridad de aquel lugar de todas formas le hacía pensar que quizás aquella persona que se encontraba con él en ese momento podría decir de cierta forma la verdad, o simplemente estaba irremediablemente loca, fuera cual fuera la opción correcta necesitaba averiguar más, para así poder aclarar todas esas preguntas que rondaban por su mente.
Suspiró sonoramente y pasó su mano por entre su cabello, todo era tan confuso, todo ese lugar, la situación, aquella persona e incluso el mismo de alguna forma era confuso, extraño y no hacía nada más que hacerse aún más preguntas, hizo una leve mueca y miró a la silueta parada a su lado.
-¿Cómo te llamas?
-No tengo nombre por ahora.
-¿Qué quieres decir exactamente con “por ahora”? – La frustración ya era casi palpable, no habían muchas respuestas para sus preguntas, y si las habían solo generaban más preguntas. Bufó.
-Quiero decir, Jeremiah, que no te diré mi nombre. Como te dije antes espero a que tú seas capaz de recordarme.
-¿Por qué yo debería recordarte, de donde nos conocemos exactamente?
-También espero a que tu recuerdes eso… - Soltó una leve risa.
-No comprendo que es lo que te causa gracia, sin nombre.
-¿Sin nombre? Tengo un nombre, sabes… - Se removió sobre sus pies. – ¡Pero tú eres el maldito estúpido que no es capaz de recordad nada! – Acortó con un paso la distancia entre ambos, y pego lo que sería su nariz contra la de Jeremiah, su voz sonaba molesta, demasiado molesta.
-¿Maldito estúpido? Espera… ¿qué demonios te crees? – Se apartó de aquel sujeto retrocediendo unos cuantos pasos. – No me dices quién rayos eres, no me dices de dónde demonios nos conocimos, no aclaras mis dudas, pero me tratas de maldito estúpido, ¡Tú eres el maldito estúpido! – Quizás esa era la gota que necesitaba el vaso para derramarse, un leve insulto, para convertir toda esa frustración en ira. Jeremiah muchas veces no podía controlar su enojo, y al parecer en este momento había aguantado demasiado.
-Eso me creo, un demonio, tu demonio, no puedo creer que no seas capaz de recordarme, pero te aseguro lo harás porque no será fácil que te desprendas de mi como ya lo hiciste, no será fácil que me alejes de ti como ya lo hiciste, estuve esperando mucho tiempo para encontrarte de nuevo y te prometo que esta vez no será nada fácil ¿Me entiendes? ¡Doce años encerrado en este lugar esperando! – Se acercó nuevamente a Jeremiah y lo alzo jalándolo de la camisa, era fuerte, era como en sus sueños. – Doce años esperándote querido amigo. – Susurró guturalmente en su oído. – Te dije una vez que no te perdonaría y ahora que has regresado cumpliré mi palabra. – Lo dejó caer contra el suelo y comenzó a reír. – Me recordarás por las buenas o por las malas, pero me recordarás y entonces te darás cuenta de que el responder todas tus malditas dudas no es el mayor de tus problemas.
-¿Por qué no en lugar de amenazarme me dices tu nombre, por qué no el lugar de todo este teatro me dices quien eres? – Estaba temblando, quizás era el miedo o simplemente el enojo, pero temblaba y parecía que no podría controlarlo.
-Mírate… Tan insignificante y ridículo como siempre. – Meneó la cabeza, y le dio la espalda. – cuando te vea nuevamente, espero estés preparado, el comienzo fueron las pesadillas, fue un avance… Fue cuando te encontré y quise visitarte. – Ladeó la cabeza y Jeremiah pudo ver como el rostro de aquella sombra de partía en dos, al parecer una sonrisa demasiado larga dejaba ver levemente unos dientes alargados y entonces desapareció.
Sintió en su pecho una presión extraña e invasiva, se quedó tirado en el suelo unos minutos más, en realidad no estaba seguro de cuánto tiempo había estado sentado allí, en aquel lugar el tiempo parecía perderse, era como una caja llena de vacío. Sujeto su cabeza con ambas manos y dejó sus codos en sus rodillas, el enredo que se había formado en su mente era monumental, las dudas que se agrupaban colapsando todo eran cada vez más, y el sentimiento de olvido y de perdición cada vez lo recorría hasta más lejos.
Si de verdad se conocían ¿Por qué no se sentía capaz de recordarlo? Si lo odiaba era porque había hecho algo pero ¿Qué había hecho para que no fuera capaz de perdonarlo? Si este era su propio limbo entonces…
Jeremiah se puso de pie rápidamente y corrió hacia el lugar donde estaba la extraña puerta antes, corrió pensando que la puerta no estaría y como él esperaba, no estaba. Se volteo pensando en ese extraño laberinto y volvió a voltearse, allí estaba. Estaba en su propio limbo… la familiaridad de ese lugar entonces lo golpeó de frente con toda la fuerza posible, si era su propio limbo entonces el sería capaz de modificar ciertas cosas. Se concentró en sus manos y las hizo visibles, ya no era una sombra en aquel lugar.
Un leve alivió recorrió toda su espalda, si era capaz de modificar algo entonces sería capaz de salir, imagino una puerta con el símbolo de salida sobre esta, si esto funcionaba entonces sería capaz de volver a algún lugar normal, o si esto era solo un sueño podría despertar. Tomo aire y atravesó por la puerta, sintió el calor de una mano aferrada en su hombro que lo detuvo.
-Pensé que demorarías más en darte cuenta. – La misma risa llegó hasta sus oídos. – Quizás no seas tan estúpido, pero hay un detalle que al parecer pasaste por alto. – Jeremiah se tensó, y el alivio que sentía desapareció. – Si cambias algo aquí, si agregas algo aquí, si eliminas algo de aquí, no podrás volver a cambiarlo hasta que regreses, pensé que serías un poco más inteligente cuando lo notaras, una salía en este lugar no será una salida solo para ti, Jeremiah… Me estás haciendo el trabajo mucho más fácil. – Lo volteo y estuvieron de frente, por primera vez pudo verlo, sonreía. – Nos encontraremos muy pronto mi querido amigo, te lo prometo. – Entonces lo empujo, Jeremiah se sintió caer en la oscuridad, el aire frio recorrió sus pulmones y abrió los ojos encontrándose con una vista familiar, el techo de su habitación estaba tan pálido como siempre ante sus ojos.
Soltó un suspiro y calmo su respiración, un sueño, no podía ser nada más que un sueño, no podía comprender cuan estúpido había sido al creer en la posible existencia de todo aquello que había visto, pero cuando se vio a si mismo hablándole y luego empujándolo comprendió que todo aquello no podía ser real, porque era imposible ¿O no?