Capitulo 1.

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 Si dejaba de correr estaría muerto, sería su fin, lo tenía perfectamente claro y al parecer no sería lo suficientemente capaz para llegar  hasta aquel lugar… Pero ¿A dónde iba? ¿De qué estaba escapando?  No lo sabía, pero los sentía, sentía como ellos corrían tras él y como venían decididos a asesinarlo. 

 Sus pulmones ardían cada vez que respiraba, la garganta le dolía y tenía la boca seca, llevaba corriendo mucho, no sería capaz, casi nunca era capaz. Dio la vuelta en una esquina y unas de las sombras que se arrastraban lo hicieron tropezar, cayó de bruces al suelo. Estaba perdido, era demasiado tarde.

Todas las sombras se alzaron ante él y lo encerraron en un círculo oscuro. Solo veía figuras, quizás eran cosas horribles pero no podía distinguir con claridad. Escuchó una risa y todo se tranquilizó a su alrededor, las sombras se paralizaron.

-¿Cuál es el placer de huir, Jeremiah? – Una voz profunda llego a sus oídos tan claramente como sonaría una bala disparada en medio de la noche. Intentó observar de donde provenía. No vio nada. – Sabes que de todas formas siempre te atraparé. 

Una de las sombras se precipitó sobre él y fue cuando abrió los ojos.

Las pesadillas habían comenzado a atormentarlo hace unas semanas y no podía comprender aún qué era eso que siempre le hablaba, quién era.  Maldijo por lo bajo y froto sus ojos para poder ver bien donde estaba.

-Diablos… - Miró a su alrededor, sí su madre se enteraba se desesperaría, siempre se desesperaba cuando ocurría algo como esto. Estaba tirado en medio de la sala cuando su habitación estaba varios metros más allá, al otro extremo de la casa. – Oh diablos, diablos, diablos. – Se puso de pie y corrió a su habitación. 

¿Qué era precisamente lo que había empezado a ocurrir durante estos últimos días? Caminar dormido no era algo tan nuevo, pero definitivamente era nuevo llegar al otro lado de su casa caminando. Hizo una leve mueca, le dolía un tobillo, lo observó un instante. En su sueño una de las sombras lo hacía tropezar golpeando ahí mismo… Sacudió la cabeza, no podía estar pensando estupideces. Suspiro y miro al reloj en su mesita de noche, las 6.50 A.M, a las nueve debía irse al colegio, bueno, podría prepararse entonces.

Se metió a la ducha aún pensando en su pesadilla, ¿Quién era la persona que le hablaba y por qué le parecía tan familiar esa voz? Quería comprender sus pesadillas, durante toda su vida había soñado muchas cosas, pero nunca una misma pesadilla se había repetido tantas veces, semanas para ser exactos. ¿Por qué algo lo atormentaba durante semanas? Bufó, se sentía solo en esto, si le comentaba a John sobre sus sueños él se burlaría y diría como siempre que está loco, y si le decía a su madre ella… ella comenzaría a desesperarse y no lo dejaría en paz. Detestaba no tener alguien más en quien confiar, detestaba a veces sentirse tan solo, pero más que nada detestaba no poder comprender algo, lo que sea.

-Ten, recuerda que debes tomarlas todos los días. – Dijo su madre entregándole una píldora. – Llevas doce años tomándolas y aún no comprendo por qué debo ser yo siempre la que se acuerde de ellas antes que tú, Jeremy. – Jeremiah arrugó la nariz, detestaba que su madre le dijera Jeremy.

-Mamá, me pusiste Jeremiah por algo, detesto que me cambies el nombre. – Se echó la píldora a la boca junto a un poco de zumo de naranja, la sintió bajar con dificultad como siempre.

-Lo uso como diminutivo, es de cariño. – Lo miro críticamente. Sabía perfectamente que su hijo detestaba que le dijera así, pero ella ya se había acostumbrado.  Jeremiah movió los hombros.

-Oh vamos, no comprendo cómo pude tener un hijo tan malhumorado.

-No soy malhumorado, mamá. Siempre he sido así no comprendo cómo te puedes acostumbrar a decirme de otra forma pero no a aceptar mi forma de ser. –Ella suspiró, claro que tenía entendido como era su hijo. Sabía perfectamente que no era como los demás niños, de hecho nunca actuó como un niño pequeño, era interesante, pero diferente y cuesta aceptar cosas que son diferentes. A ella le costó asumir que su hijo era distinto y que a pesar de que no pareciera digno de gran cuidado, lo tenía que cuidar como fuera posible. Ella era su madre siempre tendría claro como es él y todo lo que necesita.

-Jeremiah, está mañana te escuche en la sala… ¿Qué hacías despierto tan temprano? – Jeremiah alzo la cabeza rápidamente, no todo podía ir tan tranquilamente, claro que su madre lo notaría tarde o temprano, ella siempre notaba todo, pero aún así no la quería preocupar.

-Nada, no pude dormir bien anoche y creí haber escuchado algo, era un gato afuera.

-Pensé que… - Él se puso de pie rápidamente.

-Mamá me tengo que ir. – se acercó a besarle la mejilla. – Nos vemos mas tarde.

-Pensé que terminarías de comer al menos. –Suspiró. Jeremiah le dedico una leve sonrisa y salió de su casa acomodando su bolso.

Puso sus manos en sus bolsillos y comenzó a caminar, esa mañana no tenía ganas de tomar un autobús. No podía quitarse el sueño de la cabeza, si fuera más comprensible, si tan solo pudiera ver quién es la persona que le habla… quizás las cosas serían mucho más claras para él.

El ladrido muy cerca de un perro lo puso alerta de nuevo, estaba muy cerca de un grupo de canes los cuales estaban muy próximos a comenzar una pelea ahí misma frente a él. Hizo una mueca y dio media vuelta y pudo ver algo en la siguiente calle moviéndose entre la gente, algo oscuro… se fue lejos de su vista… ¿Una sombra? arrugo el entrecejo. Comenzó a caminar hacia el lugar donde había visto a alguien o algo correr, no podía ser una sombra, no podía ser algo como las cosas de su sueño. Sacudió la cabeza y se arrepintió al instante, llevo el índice y el pulgar al puente de la nariz, no podía dolerle la cabeza ahora, gimió.  Pestañeo un par de veces y ahí lo vio de nuevo, cerca de una caseta telefónica, pero de inmediato corrió al lado contrario de la calle, no podía quedarse con la duda. Tenía que seguirlo.

 Llegó a un estrecho callejón, estaba vació. Llevo una mano a su cabello y se rascó la cabeza. Había visto claramente algo correr y meterse por ahí, pero estaba todo completamente vació, ni siquiera había un basurero allí, solo unas cuantas cajas. Suspiró.

-¿Hola? – Esperó a una respuesta. Nada. - ¿Hay alguien ahí? 

-No – Su cuerpo se puso rígido, no estaba completamente seguro si había escuchado eso o no, podía incluso haberlo imaginado. 

-¿Hola? – Se adentró unos pasos en el callejón.

-No – Lo mismo otra vez. Empezó a llegar al fondo y algo oscuro se removía en un rincón. Se acercó un poco más y pudo notarlo, era como las sombras de sus sueños, un bulto completamente negro que estaba listo para saltar sobre él, retrocedió unos pasos.

-¿Hola? – se volteo rápidamente y vio a una chica a la entrada de callejón, lo miraba aturdida. – ¿Estás bien? Dios tienes cara de espanto. –Jeremiah se volvió en dirección al bulto,  ya no estaba.

-Yo… yo… -Farfulló, la chica se quedó donde estaba. Jeremiah sacudió la cabeza. – Hola, estoy bien, descuida.

Are you still alone?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora