Eclipse «VMin»

Eclipse

Entre tantos planetas, lunas, soles y muchos cuerpos celestes más adornando su perfecto y equilibrado universo, se decía imposible que Cosmos ocupara demasiado tiempo en alguien en particular. Presente en todo y en todos, Nam Joon siempre se encontraba de aquí a allá, dividiéndose para supervisar su preciosa infinidad de creaciones, que aunque habían nacido debido a un accidente que había provocado, no se arrepentía.

Y era precisamente por el hecho de encontrarse por todas partes, que él mismo se sorprendió cuando se dio cuenta de que últimamente reparaba mucha atención en cierto par de astros de una galaxia cualquiera.

No podía mentir, Nam Joon se sentía enternecido por lo que ambas creaciones, parte de su esencia, habían logrado. Aquellos dos seres eran Dioses, tan jóvenes e inexpertos como lo era su misma galaxia.

Cosmos siempre mantenía la esperanza de que aquellas galaxias y sistemas, eventualmente, encontraran su camino así como de todas las criaturas y seres que vivieran en ellas. Ji Min y Tae Hyung, como se hacían llamar los cautivadores seres divinos, eran un caso hermoso y especial: necesitaban y merecían del más sumo cuidado.

Fue consciente de las muestras de afecto que ambos se tenían gracias a la visita de una estrella que, aunque Nam Joon no permitía que esto astros salieran de sus sitios de origen para no alterar nada, agradeció lo que aquel pequeño ser de luz intentaba. Fue llenado de un sentimiento cálido por ambos Dioses, todo debido a que la música que se componían el uno al otro le parecía preciosa, pero al mismo tiempo desgarradoramente triste.

Fue ahí cuando se dio cuenta de qué tan lejos iba dicha situación, entendió también porque hacía dicho sacrificio para llegar hasta ahí aquella estrella.

No podía simplemente regalar algo y ya, puesto que conocía a sus creaciones y sabía perfectamente que regalar algo sería provocar la envidia de otros seres. Por lo que había un precio que se pagaría por lo que iba a hacer, precio que Baek Hyun sin duda no se negó a pagar, sólo pidiendo aquel favor, que se apiadara de ellos y les alejara de tanto sufrimiento.

Dejarles estar juntos parecía ser lo correcto, sin embargo, sabía que si estaban constantemente juntos, ninguno sería capaz de cumplir sus deberes como Dios.

Tras pensar durante un largo tiempo lo que podía hacer por ambos, lo decidió.

Decidió entregarles uno y, a veces dos días al año donde pudiesen verse. Un día entero les otorgaba para que pudieran crear bella música, para que hicieran lo que les placiera juntos, sin que la cercanía del sol fuese dañina para la luna.

"Tendrás un día para estar con tu ser amado, luego os separaré". Advirtió a ambos seres por separado, para luego retirarse, dejando a ambos Dioses con una sensación de emoción, alegría y muchas más.

Tras largos días, finalmente sus ruegos parecían haber sido escuchados. Cuando el Cosmos había anunciado que tendría un día para estar con el Dios contrario, sin temer que ninguno resultaría herido, una sonrisa apareció en ambos, pero apenas Tae Hyung proceso aquella información se volvió un caos mental.

Ji Min no pudo alegrarse más de lo que ya estaba y pasó todo el día anterior a su encuentro componiendo.

Al llegar la fecha, comenzó a ponerse nervioso, a dudar de sí mismo y asustarse, pensando que existía la posibilidad de que le desagradara a la Luna. Había pasado tanto tiempo absorto en lo que sentía, en su amor hacia aquella Deidad que nunca se detuvo a pensar nuevamente en si serían aceptados sus sentimientos.

Lo que lo tenía todavía más nervioso… ¿Cómo luciría para la Luna? ¿Su apariencia le agradaría?

Para el rubio, la apariencia ajena era lo de menos, sobre todo porque una persona de tan hermosos sentimientos transmitidos en la música, tenía un alma hermosa y nada más le importaba, pero ¿pensaría igual su ser amado?