7mo Mes

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Muy a su pesar, Danny se había resignado a pasar el resto de su embarazo en casa, y a diferencia de molestarle ese hecho como al principio ahora lo agradecía, no quería que nada ni nadie pusiera en riesgo a su bebé. 
Ese día tenia cita con el doctor. A dios gracias hasta ahora todo había ido de maravillas y no quería arriesgarse para que eso cambiase. Tanto Steve como Grace eran sobreprotectores con él debido a su condición de Alfa, y ese era otro cambio que le fascinaba por increíble que pareciera, se sentía tan protegido a su lado. 
Se dio un baño relajante en la tina por diez minutos, se vistió con unos pantalones grises cómodo que no presionaban su vientre y una camisa beis ancha, ropa pensada para omegas varones en estado de gestación. A él le había dado un poco de vergüenza al principio, pero como de costumbre Steve le había hecho sentir relajado. Tanto así que hasta se habían hecho una sesión de fotografía familiar que le había encantado. En algunas salía él hablándole a su vientre, en otras peinando a Grace, o Steve acariciándolo, pero nada sexual, sino con amor, con una entrega que iba más allá de lo físico. Y aunque le encantaron esas fotografías, su favorita definitivamente era donde salían Steve, Grace y él jugando en la playa en un atardecer

- Danno ¿estás listo? – dijo Steve entrando a la recamara y sacándolo de su ensoñación
- Si – dijo este sonriendo a la vez que se limpiaba una lagrima
- Amor estas llorando – dijo Steve preocupado
- No hagas caso – dijo abrazándose a él – solo son mis hormonas
- Si te sientes mal podemos ir otro día – dijo preocupado el alfa
- No es necesario Steve – con clara ilusión en la mirada – quiero verlo, escucharlo. Llévame por favor

Habían llegado justo cuando una chica salía del consultorio, y era su turno para pasar. Una vez dentro se acostó sobre la camilla, Steve le ayudo a subirse el blusón para que el doctor pusiera crema sobre su vientre. Cuando el aparato toco su piel sintió como su respiración literalmente se detuvo. No lograba encontrar las palabras adecuadas para describir sus sentimientos, por lo que fue inevitable que sus lagrimas no cayesen.
Sin embargo una mano se entrelazo a la suya y otra limpio sus lagrimas. Giro el rostro y ¡ahí estaba! Nunca entendería cómo, a pesar de su apariencia, Steve seguía a su lado prodigándole un amor que solo se podía encontrar en los cuentos que cada noche le leía a Grace para dormir.
Sin lugar a dudas se sentía el hombre mas afortunado de la tierra

La ¿Dulce? EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora