Y aún sentía el calor de su cuerpo en su cama, su olor en su ropa, y esa mirada aún se clavaba en su mente, como un remache penetrante.
No sabía por qué, había tantas preguntas en su cabeza, y tantos sentimientos contradictorios.
Cada vez que ese nombre retumbaba en su mente un calambre recorría todo su cuerpo, sentía como todo se encogía dentro de ella y luego se soltaba derepente... Era una sensación de satisfacción y de culpa al mismo tiempo.
Sentada en la cama, mientras terminaba de vestirse, imaginaba en sus rodillas a un pequeño diablillo guiñándole el ojo y con carilla de satisfacción, que hacía que surjiera de sus mejillas sonrosadas una pícara sonrisa... Es el juego del sí o del no, del ganar o del perder, del reir o del llorar, del no pensar, de apostar todo a una, y de por un momento sentirse plenamente feliz, sin sopesar los daños colaterales.
De cualquier modo, mientras ese diablillo siguiera siendo parte de su imaginación, no tendría porque haber ningún daño colateral.