Prólogo.

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—Así como vas, te desgastarás los dientes —Sawyer le arrebató el lápiz que había estado mordisqueando por los últimos dos minutos. — ¿Qué te pasa ahora?

¿Qué le pasaba? ¡Preguntaba qué era lo que le pasaba! Como si la respuesta no fuera muy obvia, solo bastaba fijarse con como sus ojos marrones fulminaban la puerta por donde entró anteriormente Jared para tener una conversación “privada” con el señor Hutson, ¡qué era tan importante de tratar como para cerrar la puerta! ¿Puntos extra? ¿Errores en alguna calificación? ¿Anécdotas de la vida? No, nada de ello requería tanto secreto en el ambiente.

—Estoy más que segura que esos dos son amigos de toda la vida —murmuró con furia contenida.

— ¿Te refieres a un anciano de cincuenta años con un chico de dieciocho? —asintió levemente, jamás había que descartar ninguna teoría hasta tener las suficiente pruebas.

— ¿Tú también lo crees? —le dio una rápida mirada a su amigo quien negó con el rostro.

—Lo que creo es que tienes un serio problema. —Soltó un bufido volviendo a darle la espalda. Agotaba que a cada momento le dijeran que tenía “problemas”. Puede que fuera un poco… dedicada a sus cosas, pero jamás obsesiva. —En todo caso, venía a preguntarte si es que has visto a Lisa.

El chico la tomó por los hombros obligándola a despegar su mirada de la puerta, haciéndole frente. Suspiró intentando calmar sus reflejos investigativos, centrando toda su atención en el pelinegro.

—Una gripe la mantiene en cama —chasqueó la lengua. — ¿Cómo lo haré ahora?

— ¿A qué te refieres? —bajó el mentón, maldiciendo internamente.

—Ella era quién estaba al mando del reportaje de la cafetería junto con Sara. ¡Pero es demasiado largo para una sola persona! —se lamentó.

—Pues siendo la presidenta del periódico, tendrás que escoger a otra persona calificada, ¿no?

Frunció los labios. Sawyer tenía razón, la edición del periódico escolar saldría a principios de la próxima semana y ese maldito reportaje decidiría la portada. Necesitaba el tema desarrollado para el jueves a más tardar para que así sus editoras tuvieran el tiempo suficiente de revisarlo y corregir si es que era necesario.

Se llevó la mano hacia el cabello, jalando de un mechón mientras meditaba. No era tan sencillo arrebatarle la historia primordial de la semana a su amiga y dársela a otro. De seguro ella pondría el grito en el cielo al enterarse de ello… Pero aun así, ¿qué otra opción le quedaba? Había estado hablando con Lisa por teléfono y su voz era casi inaudible, no estaría a su cien por ciento como para volver a clases por lo pronto.

—Creo que se lo cederé a Tamara si no hay de otra.

—Eso sí que la molestará —sonrió el chico posando una mano en su coronilla mientras le revolvía la melena. —Pero buena suerte en decírselo. —la animó con poco éxito.

Elevó su mentón e intentó poner un rostro que le asegurara dar lástima, pero Sawyer negó de inmediato dando un paso hacia atrás.

— ¡Por favor! —suplicó siguiéndole.

—Claro que no, ¿acaso estás loca? —Reclamó él —La última vez que te hice uno de tus favorcitos terminé con todo el equipo de fútbol en mi busca solo para darme una paliza por soplón.

Sawyer siempre había sido un tipo de “investigador secreto” con el que le gustaba contar. Al no ser parte del cuerpo de informaciones generales, nadie sospechaba de él. Aunque la última vez, no todo salió como lo pensado, de igual forma pudo publicar la noticia de los jugadores bebiendo cerveza dentro de los camerinos.

Enemigos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora