El regalo de Enrac

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Esa mañana el chico en la escuela le contó a su amigo Diego lo que le había pasado, pero este solo se rió y se burlo de Alfred diciendo que era un mentiroso, que todo se lo había inventado. Alfred se molestó pero no hizo nada, era un niño tranquilo, sin embargo el insistía que era cierto.

Luego de la escuela el chico esperaba impaciente a que llegara la noche, en su casa el se sentía tentado a contarles a sus padres sobre su nuevo amigo, pero estos, de seguro no le harían caso, así que se prefirió no hacerlo.

Tal cual como en la noche anterior, luego de que sus padres pasaran y apagaran las luces, Jerald el duende salió, esta vez el chico no esperaba con miedo, sino con ansias, escuchó los pasos y vio de nuevo a Jerald llegar de un salto a su cama, esta vez la pequeña criatura tenía un saco, uno pequeño, nuevamente se quedo al borde de la cama y le dijo al chico:

-Ten, te traje un regalo del nuestra parte. -Le lanzo el saco a la altura de la cintura.

El chico solo tuvo que estirar un poco el brazo para alcanzar el saco, lo tomo, le quito la pequeña cuerda que tenía en la punta, la cual sirve para cerrar el saco.

-¡Dulces! Gracias. -Dijo el niño emocionado levantando un poco la voz.

-Tranquilo chico, despertaras a tus padres.

-Lo siento, lo siento.

-¿Cómo estuvo tu día? Pregunto el duende.

El chico le contó con detalles como estuvo su día, de nuevo el duende solo se limitaba a escuchar sin interrumpir. Un rato después invita al chico a comer un dulce, ya que este no lo había hecho desde que se los regaló.

-No puedo, mamá dice que si como dulce a esta hora no podré dormir luego.

¡Suena como que tu mama le quita la diversión a todo! -Dice el duende un poco exaltado levantando los brazos.

-Vamos chico solo uno, eso no te hará daño, te aseguro que igual podrás dormir, confía en mí.

Alfred vio la bolsa y pensó que era cierto, que tal vez uno no le hará daño, tal vez su mama solo lo decía para que el no comiera dulces, después de todo diego lo hacía siempre que quería, ¿Por qué el no?

El niño tomo el pequeño saco y agarro uno de los caramelos, tomo con sus dedos pulgares e índices de cada mano las puntas de la envoltura del caramelo y las estiro, haciendo que el plástico fino sonara. El chico dirigió la vista al duende y vio como este con sus dos brazos le hacía señal de que continúe. Cuando el chico se disponía a comer el caramelo dirigiendo su mano a la boca, escucho la manilla de su puerta moverse, el duende y el pequeño dirigieron la mirada a la puerta y acto seguido el chico lanzo el caramelo y el saco por la ventana, la criatura se dio la vuelta y se lazo apresurado al piso, corriendo de nuevo al armario. Al fin la puerta se abrió, era la mamá de Alfred, vio al pequeño allí acostado pero con los ojos abiertos, mas despierto que nunca.

-Alfred, ¿Qué haces despierto? Pregunta la madre un poco molesta.

Esta ve al lado del chico la envoltura del caramelo y se acerca aun más molesta.

-¡Alfred! ¿Qué te he dicho de comer dulces de noche? ¿De dónde sacaste esto?

- Me lo dio Jerald mamá. Fue lo primero que le salió de la boca al chico, pues estaba asustado por la actitud de la madre.

-¿Jerald? ¿Quién es Jerald?

-Mi amigo, del pueblo de Enrac, es un duende, un duende amistoso, me visita por la noche para hablar conmigo, es muy amable y amigable, y el si me escucha. –esto último lo dijo Alfred exaltándose un poco y con un tono de voz elevado.

La madre al escuchar esto borró el rostro de rabia de su cara y seguido a esto colocó una de compasión hacia su hijo.

¡Oh, cariño!, la madre se arreglo un poco su vestido de noche y caminó hasta el armario para cerrar la puerta que yacía entre abierta, luego de esto se dirigió de nuevo a donde el pequeño, movió su reloj a un lado en la mesita de noche y se sentó, puso su mano en su cabeza y mientras la acariciaba le dijo:

-Tu papa y yo te amamos mucho Alfred. A veces somos estrictos contigo pero es solo porque te queremos dar la mejor educación, y queremos que te críes correctamente, no por ello quiere decir que no nos preocupes, siempre tendremos tiempo para ti, si algo te incomoda puedes decirnos, ahora corazón debes dormir para que vayas a tu escuela, ¿sí?

-Si mama. Contestó el chico, calmado.

La mama lo arropo hasta su cuello de nuevo y se quedo allí esperando a que el chico se durmiera, ya el chico dormido, ella se levantó, apagó la luz y cerró la puerta.

Los Habitantes del Armario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora