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De nada valieron sus suplicas y lágrimas. La rodilla de Lucius le abrió las piernas, entre las cuales se acomodó, inmovilizándolo con las manos hacia arriba. Sintió como algo grueso y duro tanteaba y se abría camino entre sus nalgas. A pesar de no verlo sabía que era algo grande. 
Neville gritaba llorando, pidiendo auxilio, pero nadie lo socorría a pesar de su llanto desgarrador. Lucius se movía dentro suyo de una manera que él jamás se imaginó que un hombre lo podía hacer por lo que en un punto sus gritos de dolor se convirtieron en placer. Sus uñas arañaban la espalda del rubio pero esto lejos de lastimarlo solo le daba más placer a quien entraba y salía del muchacho, que solo gritaba de placer hasta quedar sin voz.
Pero lo más desolador para Neville fue, en un determinado punto, disfrutar de aquel acto que solo manchaba su honor. Disfrutar de como su cuerpo era recorrido palmo a palmo por aquellas manos grandes y suaves. Disfrutar los besos que le robaban completamente el aliento. Las mordidas que de seguro horas después serian moretones que servirían como prueba innegable de la pasión desmedida de la que los dos habían sido víctima esa mañana. Porque ¿sería capaz de llamar violación a algo que había disfrutado tanto a pesar de cuanto lo quisiera negar? ¿Era acaso ese su verdadero lugar en la vida? ¿Cómo esposa y… madre de un Malfoy? Sin embargo el orgasmo lo golpeo a tal grado que sus brazos le llegaron a doler de tanto que se había aferrado a… su marido. Nunca pensó referirse a alguien de esa manera, pero esa era la manera correcta de referirse a Lucius, su marido. Sintió como sus entrañas eran bañadas de aquél líquido que buscaba perpetuar el apellido Malfoy y desgraciadamente él no podría lograr eso. Entonces todas las alarmas se prendieron dentro suyo. ¿En verdad lamentaba no darle un hijo a su captor?

Cuando finalmente Lucius abandono su cuerpo se sintió vacío por dentro, no solo física, sino también emocionalmente. Pero entonces fue arrastrado contra un pecho ancho y firme, en donde una mano le acariciaba el cabello con delicadeza mientras un brazo rodeaba posesivamente su cintura. El olor a sudor y sexo inundaba el lugar. Sabía que ese había sido el último puente a cruzar. Cualquier rastro a salvar de su hombría había muerto en aquella alfombra persa y nunca más la iba a rescatar. 
Tanto él como Lucius se sumieron en un silencio post coital que lejos de ser molesto o incomodo les transmitía paz a ambos

-Tengo una reunión – dijo Lucius con pesar
-Yo… debo… ir a ver qué hace dragón – dijo besándole el pechó
-No quiero irme – susurro Lucius aferrándolo a él mientras cerraba los ojos y aspiraba el aroma del cabelló del pelinegro
-Podemos seguir esta noche – sugirió Neville con las mejillas encendidas por el rubor que le provocaron sus propias palabras – después que Draquito se duerma.
-Me parece perfecto – susurro Lucius besándole el cuello sin dejar pasar la manera en que Neville había llamado a su hijo. 
-Pero antes debemos hablar – sentencio el pelinegro –. Si ahora yo soy… tu mujer y madre de tu hijo…
-Siempre lo has sido Narcisa, ¿De qué hablas? – se apresuró Lucius a decir
-No me interrumpas – exigió el chico –, si quieres que estemos siempre así, quiero que me des mi lugar – sentencio el pelinegro –, desde hoy me apoyaras cuando le digo algo a… – respiró hondo cerrando los ojos – nuestro hijo. Si algo no te gusta, dímelo, pero no frente a él. Me quitas autoridad – Lucius lo miro fijamente y asintió –. Ahora vamos. Tú debes trabajar y yo atender a nuestro hijo

Se levantaron y se vistieron. Le era extraño a Neville pensar el de donde había sacado las palabras y valor para hablarle así al rubio sin morir en el proceso, pero de alguna manera sentía que eso era lo correcto, y lo que en el fondo se esperaba de él.
Cuando entro al cuarto dé juegos del rubio menor no pudo evitar sonreír con ternura al verlo sentado en el suelo de espalda a la puerta, rodeado por un mar de juguetes desordenados y aun así cabizbajo. Se veían los espasmos de los que su cuerpo era víctima mientras se le escapaban sollozos

-Hola – dijo con una sonrisa mientras se sentaba a su lado –, mi dragoncito está llorando – dijo con pesar – ven aquí – y lo coloco en sus piernas mientras lo abrazaba contra pechó
-Pug pug – dijo el rubio – pa 
-Tranquiló – susurró Neville besándole el cabello – tu papá y yo solo hablamos, y ahora lo haremos tú ý yo – el rubio iba a hablar –, rectifico, yo voy a hablar, tú, vas a escuchar y obedecer, sino vamos a tener serios problemas y esta vez papá no te va salvar – algo dentro de Draco lo hizo encogerse y buscar refugio en el pecho del otro muchacho – primero necesito que me digas que le paso a Narcisa – sintió como el chico temblaba y escondía su rostro entre su camisa – Cariño… – susurro suavemente – si no me lo dices no me podre quedar
-Cheño oscudo – comenzó a decir el chico mientras temblaba –, ed… dayo vede – susurro escondiendo el rostro entre la túnica del Gryffindord. Ahora todo tenía sentido. Los Malfoy habían perdido la razón cuando obviamente Voldemort había asesinado a Narcisa, seguramente tras la fuga de Harry, Ron y Hermione de la mansión.
-Tranquilo – susurro besándole el cabello – él no te volverá a lastimar. Lo prometo. Ahora vamos a hablar de esto. Mírame – ordenó –, Draco – este obedeció – ¿Tú quieres que yo sea tu mamá para siempre? – este asintió – bien, ¿Y quieres ser mi bebe? – el rubio volvió a asentir – entonces quiero que te comportes como uno realmente – ordeno Neville – los bebes no hablan, no caminan, no se restriegan contra sus mamás como tú lo haces. Los bebes obedecen. Si tú te comportas como un bebé bueno – dijo tomando una de sus manos entre las suyas para llevarla junto su pecho – yo seré una mamá buena. Pero si te vuelves a comportar como hoy en la mañana o vuelves a hacer cosas que los bebes no hacen, serás castigado como bebe malo, porque a partir de hoy solo podrás ser eso Draco, un bebe
-¿Heme? – susurro
-No te preocupes por eso – dijo Neville sonriendo – los bebes comen así y tú eres un bebe ¿no? – Draco sonrió con un rubor en las mejillas – pero entiéndelo bien, dragón, ellos solo comen, nada más. Lo otro que tú quieres, lo hacen las mamás con los papás, no los bebes con las mamás ¿me entiendes? – Draco asintió – ¿obedecerás? – Draco volvió a asentir –. Ese es mi dragón. Ahora voy a cambiarte el pañal y a hacerte dormir

MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora