¿SABES ESPAÑOL?

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- ¡Ya cállate maldito Neanderthal! – le grito el rubio – ¡tú no entiendes nada!
- Oh vamos Danny, solo intento cuidarte y lo sabes – dijo el Marín sentándose a su lado mientras le entregaba una cerveza 
- Claro – dijo el rubio irónicamente –, y por eso apostaste doscientos dólares en contra de los Jets. ¡Ellos si saben jugar! Claro me olvidaba, tú solo sabes tirar bombas, hacer explotar todo y correr olas
- ¡Hey! – replico Steve indignado – se mucho sobre futbol
- Ustedes dos – dijo Chin – ya cállense que no logro escuchar nada y estoy a medio metro del televisor
- ¡Es su culpa! – dijeron Steve y Danny al mismo tiempo señalándose

Todos estaban viendo el partido de futbol en casa de Steve. Era la gran final entre Los Jets y Los Pieles Rojas. Las apuestas iban cinco a uno a los Pieles Rojas, pero no porque tuvieran real empatía con ellos, sino por la pasión que el rubio le ponía en apoyar al equipo de sus amores. No por nada les había apostado cincuenta dólares que Los Jets iba a ganar ese juego, ya que era todo lo que se podía permitir. Steve había tratado de convencerlo de que era una locura que tirara hacia el dinero ya que aquello era un suicidio, dado que era obvio que estos perderían

- Papá – dijo Grace entrando con un caja pequeña entre las manos – te llego esto
- ¿De quién es? – dijo Steve curioso
- No lo sé. Veamos – dijo Danny abriendo la caja de la cual saco un cd con una pequeña nota impresa por computadora – “espero que te guste, hermoso” – leyó y todos silbaron y gritaron a carcajadas
- ¿Quién lo firma? – dijo Steve arrebatándoselo de las manos
- Hey – dijo Danny 
- Puede ser peligroso – replico el Marín analizando el objeto
- Si claro – dijo Cho sonriendo mientras tanto Catherine como Melissa fruncían el ceño curiosas por la reacción del Marín
- Devuélveme eso… ahora… mismo – exigía mientras intentaba quitárselo –, no tienes… ningún derecho…
- Solo intento proteger a mi mejor amigo – dijo Steve 
- Más pareces un novio celoso – dijo Cho sonriendo, algo que no le gusto nada a Catherine
- Tú cállate – ordeno Steve señalando a su subordinada – y tú deja de saltar que igual no alcanzaras la nota
- ¡Es mía! – grito Danny
- Creo que más importante es el cd – dijo Grace encogiéndose de hombros. Por un segundo todos quedaron inmóviles, hasta que tanto Steve como Danny se lanzaron a tomarlo.
- Cuidado – dijo Grace con un grito risueño
- ¡Aléjate de mí, animal! – grito Danny corriendo dentro de la casa mientras Steve lo perseguía
- Esto está mejor que el partido – dijo Cho
- Apuesto por Danny – dijo Chin entregándole cincuenta dólares a Kamekona
- Voy por Danny – dijo Lu pagando
- Por Danny – dijo Cho pagando – es escurridizo por la estatura
- Podría ser el comandante – dijo Max – pero el detective Williams tiene más probabilidades debido al peso y contextura, aunque… – todos lo miraron alzando una ceja – el comandante – dijo pagando
- Difícil decisión – dijo Joe – pero pienso como Max 
- Toda mi mesada a ganador – dijo Grace – ósea el tío Steve – y todos la miraron sorprendidos – oh por favor, saben que va ganar. El tío Steve no movería un dedo contra Danno, pero cuando quiere algo…
- ¡Cambio mi apuesta! – dijeron todos a la vez - ¡Cambio mi apuesta! ¡Cambio mi apuesta! – Kamekona miro a la niña y la vio que disimuladamente ella le dijo: “yo también la cambio” por lo que el hombre sonrió asintiendo

En cuanto entraron en la sala, Steve corrió hacia el equipo de música y se paro frente a él con los brazos cruzados sonriendo con suficiencia, pero Danny sonrió inocentemente y corrió hacia la habitación de Grace donde se encerró bajo llave mientras Steve golpeaba la puerta exigiéndole abrirla. Puso una silla para evitar alguien entrase. Busco con la mirada y recordó que hacia poco Steve le había regalado un reproductor. Corrió a buscarlo mientras Steve intentaba abrir. Puso el cd y presiono play. La música inundo el lugar


No sé si aún me recuerdas, 
nos conocimos al tiempo 
tú, el mar y el cielo 
y quién me trajo a ti. 

Abrazaste mis abrazos 
vigilando aquel momento, 
aunque fuera el primero, 
lo guardara para mí. 

Si pudiera volver a nacer 
te vería cada día amanecer 
sonriendo como cada vez, 
como aquella vez. 

Te voy a escribir la canción más bonita del mundo, 
voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo. 
Y un día verás que este loco de a poco se olvida, 
por mucho que pasen los años de largo en su vida. 
El día de la despedida 
de esta playa de mi vida 
te hice una promesa: 
volverte a ver así. 

Más de cincuenta veranos 
hace hoy que no nos vemos 
ni tú, ni el mar ni el cielo 
ni quien me trajo a ti. 

Si pudiera volver a nacer 
te vería cada día amanecer 
sonriendo como cada vez, 
como aquella vez. 

Te voy a escribir la canción más bonita del mundo, 
voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo. 
Y un día verás que este loco de a poco se olvida, 
por mucho que pasen los años de largo en su vida.

Danny sonreía tontamente cuando la canción termino. A tal grado lo hacia que ni se inmuto cuando Steve tiro la puerta.

- Hace siglos no escuchaba esa canción – dijo Danny cerrando los ojos
- ¿Acaso tú sabes español? – dijo Steve molesto
- Mi padre me obligo a tomar clases cuando era adolescente – dijo Danny sentándose en la cama de Grace 
- ¡Pudo ser una bomba! – grito Steve – ¡eres un irresponsable!
- Ay, por favor, Steve – protesto el rubio – si hubiese sido una bomba lo hubiera sabido ¿no te parece?
- Solo te cuido – dijo Steve con los hombros caídos – ¿Qué tiene de malo? Eres mi mejor amigo 
- Nada – dijo Danny en el mismo tono – …amigo 
- Chicos – dijo Cho asomándose por la puerta – el partido ya va comenzar
- Claro – dijo Steve saliendo de prisa mientras Danny lo seguía aunque ya no con semblante risueño
- ¿escuchaste tu cd, Danno? – pregunto Grace con inocencia en cuanto regresaron
- Si monito – dijo este – era uno de mis temas favoritos
- El partido ya va empezar – dijo Chin haciendo una mueca mientras disimuladamente Kamekona le entregaba dinero a Grace que sonreía. Nadie se percato que Melissa y Catherine ya no estaban. De lo que si se dieron cuenta fue de las miradas que se daban tanto el Marín como el rubio pero nadie dijo nada

El Misterioso PretendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora