NEGANDO LO OBVIO

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Los días en la casa McGarrett se habían vuelto muy activos, ya que tanto Steve como Grace arrastraban a Danny a sus rutinas de ejercicios. Kamekona los había visto accidentalmente y no dudo en grabarlos para, según él, mostrarle a Danny sus falencias a la hora de entrenarse. Según Danny, buscaba avergonzarlo ante toda la isla. Aunque secretamente lo que no quería era que se espantara su admiradora secreto… u admirador. No sabía por qué, pero algo le decía que debía importarle su opinión casi tanto como la de Steve. Si, la de Steve. Aunque tampoco tenía eso muy claro. Desde que los regalos habían empezado a llegar, por alguna razón la atención del Marín se había volcado sobre él, al grado que ya era de conocimiento de toda la isla que la teniente Rolling había pedido su traslado a otra base, de preferencia al otro lado del planeta, y comandante ni se inmuto

- Ya no mas, por piedad – suplicaba Danny entrando a la casa esa mañana de domingo casi a la rastra y tirándose en el sofá
- Vamos Danny – dijo Steve sonriendo – no exageres. Solo fueron un par de kilómetros
- Recorrimos toda la maldita isla – grito el rubio
- Yo no me canse – dijo Grace 
- El animal de tu tío ya te traumatizó, monito – dijo Danny –, no eres consciente de nada
- Vamos tienes que bañarte – dijo Steve instándolo a levantarse mientras el timbre sonaba – o te enfermaras
- Abre la puerta y deja de fastidiar – dijo Danny empujándolo mientras Neandertal ladraba
- Yo voy – dijo Grace – ustedes vayan a bañarse
- Me muero de hambre – protesto Danny –, quiero un par de hotdogs
- ¿Y tu colesterol? – dijo Steve frunciendo el entrecejo
- Cállate – exigió Danny – no quiero que Grace te escuche. Ya sabes como se pone con lo de mi dieta
- Solo te cuida – dijo Steve – igual que yo
- Y lo agradezco – dijo Danny – pero… 
- Sin peros – dijo Steve – desayunaremos cereales
- ¿Otra vez? – protesto en rubio – ¡ya me salen cereales por las orejas!
- Es para ti, Danno – dijo Grace entrando con un paquete
- En verdad esto me empieza a molestar – dijo Steve – esa persona es una acosadora
- Solo intenta ser amable – dijo Grace
- Puede ser una persona enferma – objeto Steve
- Sano o enfermo – dijo Danny – debo reconocerle que ha sabido arrancarme una sonrisa
- Yo podría arrancarte mas sonrisas, y mas bonitas, en menos tiempo – dijo Steve
- Tú lo que lograras algún día es que me arranquen la cabeza – dijo el rubio sacándole la lengua
- ¿Yo? – dijo Steve fingiendo inocencia
- Si no me matan en un tiroteo que tú empieces – acuso el rubio –, moriré en un accidente automovilístico contigo tras el volante de mi auto
- Lo hago solo por trabajo – dijo Steve fingiendo tristeza 
- Si claro, como no – dijo Danny abriendo la bolsa – ¡no puede ser! – dijo sacando un frasco – es mi colonia favorita
- Hay una nota – dijo Steve molesto tomándola – y un cd
- Yo lo pongo – dijo Grace y segundos después el lugar se inundaba con la melodía
- La mejor melodía que existe es tu voz – leyó Steve – poesía barata – susurro molesto

No ha podido olvidar mi corazón 
aquellos ojos tristes 
soñadores que yo amé. 

La dejé por conquistar una ilusión 
y perdí su rastro 
y ahora sé que es ella 
todo lo que yo buscaba. 

Y ahora estoy aquí 
buscándola de nuevo y ya no está 
se fue. 

Tal vez usted la ha visto 
dígale... 
que yo siempre la adoré 
y que nunca la olvidé 
que mi vida es un desierto 
y muero yo de sed. 

Steve miro a Danny sonreír con los ojos cerrados moviendo suavemente la cabeza y respira hondo

Y dígale también 
que sólo junto a ella puedo respirar. 

Danny abrió los ojos y se encontró con la mano extendida de Steve

- ¿Bailas? – dijo Steve
- No juegues – dijo el rubio nervioso
- Contigo – susurro el Marín sonriendo – nunca jugaría
- Yo… – también susurro Danny

No hay brillo en las estrellas 
ya ni el sol me calienta... 
y estoy muy solo aquí 
no sé a dónde fue 
por favor dígale usted. 

Tímidamente tomo su mano y se puso de pie

Fueron tantos los momentos que la amé 
que siento sus caricias 
y su olor está en mi piel 
cada noche la abrazaba junto a mí 
la cubría de besos 
y entre mil caricias 
la llevaba a la locura. 
Y ahora estoy aquí 
buscándola de nuevo y ya no está 
se fue. 

- ¿Puedo? – pregunto Danny tímidamente
- Seria un honor – dijo Steve sonriendo – para mi – y Danny coloco su cabeza en el hombro del teniente

Tal vez usted la ha visto 
dígale... 
que yo siempre la adoré 
y que nunca la olvidé 
que mi vida es un desierto 
y muero yo de sed. 

Dígale también 
que sólo junto a ella puedo respirar 
no hay brillo en las estrellas 
ya ni el sol me calienta... 
y estoy muy solo aquí 
no sé que donde fue 
por favor dígale usted 
dígale.

Después que la canción termino siguieron dentro de su burbuja y no se separaron. Sintiendo lo acelerado de sus corazones, los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios. Solo existían ellos y eso que ya no podían negar más tiempo

- ¿Qué pasa aquí? – retumbo la voz sorprendida de Melissa en todo el lugar
- ¡Melissa! – dijo Danny sobresaltado separándose del comandante – te lo puedo explicar. Yo…
- Me das asco – grito la mujer después de darle una bofetada
- Melissa… – suplico Danno con un hilo de voz 
- No me vuelvas a buscar en tu maldita vida – grito la mujer y después salió corriendo
- Mel… – dijo Danny intentando correr tras ella
- Danny – Steve intento detenerlo
- ¡No, Steve! – el rubio se zafó y corrió tras la chica

Steve se paso las manos por la cara ahogando un grito desgarrador

El Misterioso PretendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora