Converse - Annabeth

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Annabeth amaneció en el cuarto rosado donde había dormido por tres días y tres noches.

El espejo con el lado izquierdo superior roto seguía en el mismo lugar. La habitación se encontraba toda iluminada, gracias a la luz del sol que ingresaba por la gran ventana que se encontraba en el medio de las dos camas. Esa luz solar la hacia sentir bien, como si estuviera en su lugar correcto en el mundo. La hacia sentir en su hogar. Era imposible, porque solo había estado en ella un día solamente, los demás días había estado durmiendo como si no hubiera un mañana. Pero así lo sentía.

Lo que llamo la atención de Annabeth era su cama al lado de la suya.

Ya estaba hecha y no había rastros de Thomas Miller.

De repente, un olor a pan tostado recién horneado se colaba entre las paredes y la habitación, haciendo su entrada por la puerta entre abierta llamando la atención del estómago de Annabeth.

No lo pensó ni un solo segundo.

Salio de la cama de un salto y se puso en marcha para dirigirse a la puerta y descubrir de donde venia el olor mas rico que ella había olido jamas. Pero algo la retuvo. Vio el reflejo en el espejo de algo naranja tirado en el suelo. Era la remera del supuesto "Campamento Mestizo". Camino dos pasos hacia el rincón donde se encontraba la bendita remera y la sostuvo entre sus brazos con moretones aún. ¿Que significaba esa remera? ¿Por que llevaba esa remera puesta? ¿Quien le había dado esa remera? Y la pregunta del millón, ¿que diantres significaba "CAMPAMENTO MESTIZO"? Decidió soltar la remera y dejarla caer al frió suelo de mármol blanco.

Dejo la habitación y bajo las escaleras con sus pies descalzos para llegar nuevamente al living. Esta vez pudo ver en el piso una foto de Thomas con su hermana Sophie en un día de campo familiar. Decidió dejarla atrás y seguir para la cocina, que solo dejaba rastros de migas, tazas, botellas de leche afuera de la nevera y demás. Continuo hacia el patio y ahí estaba él.

Thomas se encontraba en la mesa del patio esperando a Annabeth. No faltaba nada en esa mesa. Leche, cereales, galletas, bollería, zumo de naranja, yogures, tostadas con mermelada, bizcochos, magdalenas y café. El bendito pan horneado.

Annabeth se encontraba en la puerta que daba de la cocina al patio viéndolo. Aun usando su remera favorita. La voz de Thomas la hizo volver a la realidad. Annabeth estaba avergonzada, se había quedado mirándolo más de la cuenta.

-Ahí se encuentra la Bella Durmiente -dijo Thomas con una sonrisa que Annabeth nunca había visto. -Hice esto por ti.

Annabeth ya estaba colorada como un tomate. ¿Bella Durmiente que significaba eso? No tuvo problemas con el cumplido de todas maneras.

Una vez que Annabeth se había sentado en la mesa, devoro todo a su paso. No dejo ni una migaja.

-Veo que te siente mejor y tu apetito igual. Casi me comes a mi también -Thomas estaba al borde de la risa.

-Lo estoy, gracias a ti. ¿Sabes?

Annabeth estuvo repasando esos momentos en ese tal lugar llamado el Tártaro. Si no fuera por Thomas ella no estaría sentada compartiendo ese desayuno tan lindo esa mañana de agosto.

-Deja eso ya. Disfrutemos este momento y déjame decirte otra cosa, necesito mi remera de vuelta -dijo riéndose. - Te propongo algo. ¿Que dices si te cambias, dejamos esta casa y te llevo a conocer lo poco que conozco de Roma? Sera como una aventura. Tu y yo. ¿Te apuntas?

No pregunten por que sucedió. Solo paso. Pero Annabeth sintió la necesidad de abrazarlo, se puso de pie inmediatamente y abrazo a Thomas mientras el permanecía sentado en su silla. Como ambos perdieron la estabilidad, Annabeth termino con los brazos alrededor de él y sentada en sus piernas. Sus miradas se encontraron y ambos pudieron sentir la respiración de cada uno.

When she came back.  [Percabeth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora