XXXIII

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Querida Isabel:

A mis 39 años cualquiera diría que al ser un hombre ya maduro debería pensar en qué hacer con mi futuro, no tengo hijos, no me case, nada. Pero...¿sabes? de lo único que me arrepiento, es de las cosas que nunca hice contigo. Lo que daria yo por haberte pedido que seas mi esposa, por haber tenido un pequeño bebé en nuestras vidas, si tan solo pudiera robarte toda esa miseria que te brinde y cambiarla por un solo momento de felicidad. Lo haría.

Me hago viejo, los años pasan demasiado rápido, pero para mí, el tiempo se acaba más a prisa, al despertar... lo único que veo son las cortinas blancas del mismo hospital en el que estoy desde que me detectaron una enfermedad en el corazón.

En unos meses estaré contigo, y lo único que quiero decirte en estos momentos, es que tus hermanos están bien, mucho mejor que solamente bien. Gabriel se casó tres años atrás y Esmeralda rehizo su vida hace unos diez años aproximadamente. Ahora tiene a unas gemelas muy lindas ¿así de hermosos hubieran sido nuestros hijos isabel? espero y sí.

Cariño, esta es la última carta que te escribo, vete con cuidado. No vaya a ser que en el cielo te confundan con una estrella de lo hermoso que brillas.

Te amo y siempre lo haré, con amor... Teodoro.

Cartas a un viejo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora