Me desconozco. Me desconozco y pierdo la capacidad de controlarme, en buen o mal sentido; no, en todos los sentidos, y pierdo la capacidad de dirigir y decidir una ruta, un comportamiento para al final evaluarme, criticarme constructiva y no constructivamente, como siempre.
Impredecible, mi nueva palabra no favorita, porque no me deja estar alerta y gracias a ello la vida me toma siempre por sorpresa cuando creí no sorprenderme y mucho menos de mí misma, ya que convivir 20 años con este ser y razonar concienzudamente unos 8 años me daba la libertad de dirigir mi vida según mis deseos, o ese era el plan. Pero cual equivocada estaba; ni dirigir, ni controlar, ni nada, no hay nada de eso por aquí hoy.
Cómo por ejemplo, el sentir nostalgia y admiración por todas aquellas personas que se montan a un bus a ofrecer productos con una sonrisa en el rostro, tratando de convencer al otro, cuando hace dos semanas no le daba absolutamente nada de dinero a las personas aunque me gustara lo que hiciera o vendieran. Y ya siento que cualquier moneda es insuficiente para decirles que lo que hacen es tan injusto y no, que la vida es demasiado laxa, por querer mostrarles mi mundo para preguntarles ¿cómo seguir?, sin poder ser ellos, si querer ser yo.
Por esto y más, me desconozco por partes, o entera. Ambigüedades me dominan y tengo miedo de seguir respirando o que otros lo dejen de hacer, desconozco el ser... y soy.