ESPECIAL KIBAHINA MI MEJOR AMIGO

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Los minutos pasaban más lentos que nunca. El tic-tac del reloj que acompañaba el movimiento de la aguja de los segundos era exasperante para el joven que esperaba sentado en la cama de la vacía habitación. Hoy era un día importante para él. Hoy era el día en que dejaría de fingir.

Interrumpió sus pensamientos cuando la puerta del cuarto se abrió. Una hermosa joven entró en la estancia y se quedó mirándole con sorpresa. Él solo pudo hacer lo propio: ella traía puesto un bañador de natación y su largo pelo azulado aún chorreaba pequeños regueros de agua que se escurrían por su perfecta figura. Salió de su estupor al oír su voz:

- ¿Kiba-kun? ¿Qué estás haciendo en mi cuarto?

Era bien sabido de todos que en el lujoso, elegante y estricto internado de Konoha se permitía el mínimo contacto entre chicos y chicas. Todo con el objetivo de mantener su elevado nombre y reputación, que habían ganado tras muchos años de enseñanza mediante disciplina, la cual daba su fruto y hacía que de sus aulas salieran los jóvenes más prometedores del país. Esto, por supuesto, tenía su precio, pero los padres que querían que sus hijos llegaran a lo más alto no reparaban en esas nimiedades, y por ello el internado era el mejor del país.

- Necesito tu ayuda urgentemente, Hinata - el chico puso en marcha su plan - Tienes que echarme una mano con el ordenador, o estaré perdido este semestre en clase de informática.

Ella se lo pensó durante unos momentos, probablemente sopesando las posibilidades de ser descubiertos, pero finalmente esbozó una encantadora sonrisa que hizo que a Kiba se le acelerara aún más el corazón, y dijo:

- De acuerdo - se dirigió hacia el ordenador, pero pareció acordarse de algo, porque se detuvo - Pero primero, deja que me cambie, ¿vale?

- Cla-claro - dijo él, presa del pánico - Me iré...

- No, no - se apresuró a detenerle Hinata - Podrían verte si sales. Tan sólo date la vuelta. Eres mi mejor amigo, Kiba-kun... Yo confío en ti - y tras esas palabras volvió a dibujar su sonrisa.

Nervioso como nunca, el chico se dio la vuelta. Le daba la impresión de que su corazón latía tan fuerte que Hinata lo notaría en cualquier momento. Saber que estaba a tan sólo unos pasos de la mujer que lo volvía loco mientras se cambiaba no le ayudaba a pensar con claridad. Maldijo internamente, todo parecía ponérsele difícil.

Cuando ella le permitió al fin darse la vuelta, tuvo que hacer un gran esfuerzo por controlarse para que no notase lo mucho que le gustaba lo que estaba viendo. Hinata se había puesto unos pantalones deportivos azul claro que marcaban sus caderas sin ser ajustados, y un jersey fino de manga larga del mismo color con un cuello amplio que dejaba a la vista sus hombros y parte de su espalda. Seguía descalza luego de la piscina y su pelo aún estaba húmedo.

No pareció darse cuenta de nada, sin embargo, porque se dio la vuelta y se sentó en una silla frente al ordenador sin decir una palabra. Kiba se acercó para ver mejor la pantalla, aunque no era eso lo que realmente quería observar.

Hinata comenzó su explicación acerca de todo lo que supuestamente el chico debía saber sobre informática. Pero este, lejos de prestar atención, maquinaba en su cerebro a mil por hora de qué forma debía dar ese paso tan importante, siendo consciente de que, si antes el tiempo había pasado lentamente, ahora corría a toda velocidad, y que cuando Hinata terminase de hablar llegaría el momento.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2018 ⏰

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