Febrero.

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No suelo publicar aquí casi nada de lo que escribo, pero si lo hago, siempre vuelvo y leo todo. Escribir me puede ayudar a liberarme, pero últimamente solo hace que me hunda más aún.

Estoy viviendo una época rara, hace dos o tres días no paraba de pensar en lo mucho que hacía que no estaba tan mal; estaba tan ahogado entre mis propias costillas...

Llevo un par de días en los que mi mente me ha querido dar pequeños parones en los que no todo es ruido y malestar, por eso quiero aprovechar e intentar explicarme algo, lo primero que se me pase por la cabeza.

Tengo la suerte de poder considerarme, emocionalmente, relativamente maduro. He superado una depresión, durante la que pasé por autolesiones e insomnio crónico - insomnio que, 3 años después aún sufro, aunque en menor medida -. Mi vida comenzó de nuevo tras superar aquel momento, médica y personalmente la depresión desapareció el verano de 2015.

Ahora, 3 años después, estoy en un sitio donde me suelo sentir a gusto y siendo una persona de la que, a veces, me siento orgulloso.

Estos últimos años han sido de conocer a nuevas personas y descubrir nuevos gustos. La grandísima mayoría de personas que a día de hoy me rodean llevan conmigo poco más de dos años o menos. He vivido mil experiencias, he aprendido, disfrutado y sufrido. Es imposible intentar resumir lo mucho que ha pasado en estos años.

2016 fue un año de apertura, apertura a todo. Salí y conocí a personas con mil gustos diferentes; disfruté y sufrí, sufrí para aprender mucho. Fue un año con muchas nuevas experiencias.

2017 probablemente haya sido el mejor de todos, afiancé mi amistad y confianza con algunas personas, haciéndolas un pilar básico de mí mismo. Conseguí recuperar algo de confianza en mí, y estar rodeado de gente pasó de ser una excepción a algo normal. También logré algo de estabilidad emocional; 2016 fue una montaña rusa. Me comencé a ver como a un adulto, o al menos, como a un niño mayor. Conocí a más gente aún y logré una mayor perspectiva acerca de la gente y sus gustos. Superé mis demonios del año anterior.

Obviamente, en todos estos años he tenido baches emocionales, es común que todos tengamos mejores y peores rachas.

Ahora estoy en una de esas rachas, de las malas. En 2016 ya pasé por algo parecido, incluso peor. De hecho, las primeras cosas que subí aquí son de aquella época. 

La segunda mitad de 2017 estuvo clarisimamente condicionada por alguien. Ahora me veo inmensamente encerrado en ella y el recuerdo. Siempre había tenido la sensación de que no me sentiría verdaderamente querido a nivel emocional, cambió con ella. Llegó casi sin darme cuenta, era alguien cuya personalidad me chocaba. Y sin darme cuenta, me condicioné a ella. Hablar con ella acabó siendo costumbre. Sentí que te abrías a mí, te fuiste haciendo a mí y yo a ti.

En uno de nuestros besos me arraigué a ti sin quererlo, no quería sufrir. Y quizá, quien más hizo sufrir, fui yo.

Llegó una época en la que eras tan todo.

Estábamos tan dentro uno del otro. Parecía que estar conmigo te alegraba, nunca antes había sentido eso de la forma que tú hacías. Era emocionante descubrirte. Me sentía cómodo, como en casa. Eras mi hogar.

Sentir que me abrazabas o me dabas algún beso sin esperarlo sabía a infinito. Nuestras tardes juntos me parecían segundos.

Como todo, hubo un final. Dije cosas sin pensar, de las que espero aprender poco a poco.

Y ahora, me siento perdido, culpable y algo paranoico. Has desaparecido completamente de aquí, y mi corazón y pecho explotan cada vez que mi cabeza me lo recuerda. Cualquier canción, cualquier detalle me recuerdan que ya no estás aquí.

Algunas noches imagino que vuelves, todo empieza de cero y volvemos a querernos como antaño lo hicimos.

Espero salir sin el recuerdo y nacer de nuevo definitivamente.



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