Entonces el campesino, sujetando cansado el rastrillo se paró un segundo, se sentó y se tomó un respiro. Eran las 3 de la tarde y el cacique quería las tierras cultivadas en dos días.
Todos los campesinos resoplaban, generaban entre ellos, al unisono, un ritmo abstracto con sus herramientas. Aunque quizá esto fuera imaginación del chico del rastrillo.
Tras unos minutos secándose el sudor y recuperando el aliento se percató de un árbol cuya sombra parecía acogedora.
Sin hacer mucho esfuerzo se levantó, con intenciones de dirigirse al árbol, previamente lanzando el rastrillo como si no le importara. Al colocarse a la altura del mismo lo recogió con un gesto vago.
Ya bajo el árbol este le provocó cierto vértigo. No era excesivamente grande, pero era denso, además la organización de las ramas le otorgaban gran presencia.
Se sentó cuidadosamente, cansado y algo escéptico con dónde se colocaba, pues lo que antes parecía ser un mero acto exagerado de presencia ahora le transmitía miedo e inseguridad. Aún así dejó su cabeza reposar sobre el tronco.
El suelo estaba algo frío, el nivel de la hierba era perfecta; resultaba bastante acogedor.
Ir al árbol se convirtió en costumbre, allí pasaba algunos de sus ratos libres el joven campesino.
En sus ratos libres observaba desde ahí a los adultos, hablando entre ellos o jugando con los más jóvenes, que con inquietud recorrían la zona casi sin mirar por dónde iban.
Pasó el tiempo, y con él llegaron los temporales y lluvias, lo que imposibilitó que el chico visitara con tranta frecuencia el árbol. Además, al mismo, se le comenzaron a caer las hojas, ya marrones. El suelo se llenó de hojas y pequeñas ramas, que hacían imposible el sentarse junto a él.

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Poemario.
PoetryReciente y más frío; más adulto. Poemario nuevo, pero poemas igual de malos. No hay orden para estos pensamientos.