1. Inundación

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Narra Aitana

Llegué al hotel sobre las 23:45. Estaba desesperada por caer en la cama y disfrutar de un sueño reparador. Estaba esperando que la recepcionista me diera la llave de mi habitación. Después de un rato vi cómo la chica se ponía cada vez más nerviosa y no paraba de teclear frenéticamente en el ordenador.

-¿Pasa algo con mi reserva de habitación?-. Le pregunté viendo que no me decía nada.

-Verá resulta que ha habido un problema con su habitación y no está disponible.

-¿Me puede dar otra habitación?

-Eso es lo que he intentado, pero tenemos todas las habitaciones ocupadas.

-Bueno, y qué problema hay con mi habitación, sólo necesito una cama para dormir está noche.

-Su habitación se ha inundado, una tubería ha reventado y se han inundado varias habitaciones, por eso no nos quedan más habitaciones libres. Ruego disculpe las molestias que le hayamos podido causar y puede estar tranquila, le regalamos un vale descuento para la próxima vez que se aloje en nuestro hotel.

Que me quede tranquila dice, a mí de que me sirve un vale si no tengo dónde caerme muerta. Ya me podían haber llamado antes, para avisarme que mi habitación no estaría disponible. A estas horas dónde me pongo yo a buscar otro hotel. Esto me pasa por querer aparentar que no soy una niñata, y que puedo hacerlo todo yo sola. Sólo a mí se me ocurre tratar de ser independiente en una ciudad que no conozco y a las tantas de la noche.

Bueno, situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Decido tirar de agenda y cojo el móvil. Me paro a pensar, a quién, de todos mis compañeros/hermanos que viven en Madrid; le puedo rogar que me aloje en su casa esta noche. Pienso en llamar a Ana, pero creo que no me lo va a coger, debe estar muy ocupada celebrando San Valentín con Jadel y tampoco quiero entrometerme. Miro el nombre de Ricky y se me ilumina la cara, pero luego recuerdo que está en Mallorca. Retrocedo y encuentro a Mimi, pero ella está en Londres. Jolines... tanta gente con casa en Madrid y ninguno está allí cuando lo necesito.

Resignada, deslizo mi dedo por la pantalla y encuentro su número. Hace semanas, él hubiera sido mi primera opción, pero últimamente he estado teniendo sueños raros. El problema no es que tenga sueños raros, sino que tengo la mala suerte de hablar mientras duermo. No me gustaría estar cerca de nadie que pueda oír lo que estoy soñando, y mucho menos él.

Me armo de valor y pulso la tecla de llamada. Mientras espero a que conteste me voy poniendo cada vez más nerviosa, llego a nivel de taquicardia. Entonces salta el contestador. Vuelvo a llamar porque no puede ser, que la única persona que no se despega del móvil, ni para ir al W.C., no me lo coja.

Entonces, después de unos segundos que se me hacen eternos escucho su voz.

-¿Aitana? ¿Eres tú?- dice extrañado.

Soñando ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora